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El dolor del mundo deportivo y la posibilidad de aprendizaje

La triste noticia del fallecimiento de Diego Armando Maradona, paralizó al mundo entero y se convirtió en un fenómeno significativo que se reflejó en los principales portales del mundo, en las redes sociales, los medios de comunicación, en todas las calles y en los barrios apasionados por el deporte, de quienes disfrutaron de sus momentos de gloria que lo posicionaron según la FIFA como el mejor jugador de futbol del siglo, y el duelo nacional que se decretó, invitó a los hinchas argentinos y a la sociedad toda, a homenajear al ídolo.

Si bien el estado de su salud permitía inferir un deterioro en su calidad de vida, la contundencia de su muerte exime ya de conjeturas y predicciones, que muchas veces fueron dadas desde una visión meramente mediática y cutánea, más allá del respeto que debería haberse tenido por la dimensión de todo ser humano. 

Diego Armando Maradona como líder del deporte fue un ejemplo trascendente que debería ser analizado como aquello que fue. Un jugador de futbol, que generó en la mayoría de los equipos en los que jugó, el empoderamiento de los demás y en muchos casos, logró transformar en grandes protagonistas a quienes compartían su cercanía en los desafíos del juego. En síntesis, un referente que, con su sola presencia, hacía vibrar a comunidades enteras y generaba expectativas de éxito.

Sin embargo, la imperfección humana puede llevar a muchos a juzgar sus haceres y conductas más allá de lo deportivo, sin tener en cuenta los intereses que se manejaron alrededor de quién fue por muchos años el argentino más conocido del mundo, e incluso, desde la injusta potestad unipersonal de pretender que un simple jugador de fútbol, sea considerado como experto en política, economía, sociología, filosofía y otras ciencias. 

Maradona fue simplemente un gran jugador de futbol, expuesto en algunas oportunidades a desafíos incomprensibles.  

Con la pérdida del ídolo, dejando en el pasado las controversias que suscitó con sus excesos a lo largo de su vida, interpreto que esta triste pérdida, es una posibilidad para realizar una muy breve reflexión sobre los aprendizajes que podremos lograr en su despedida.

En primer término, podremos aprender a vivir y reconocer la verdadera dimensión de honrar la vida, en cada instante. Cuidándonos y cuidando a quienes nos rodean, comprendiendo nuestra influencia en el contexto, incluso en su formación y su educación, pues con cada palabra, en cada gesto y en cada acto, derramamos en el entorno inmediato y mediato, claros ejemplos que son observados e incluso incorporados o no por los demás. 

Trabajar incansablemente en el desarrollo personal, analizando las fortalezas y las propias debilidades, como un gran primer paso del aprendizaje, siendo consciente que en cada instante y en cada acto defino quien soy en mis haceres.

Valorar y trabajar cotidianamente por la consolidación y el enriquecimiento de los verdaderos afectos, dejando de lado lo superfluo y realzando lo significativo.

Redescubrir el propósito trascendente de la vida y desandar el sendero cotidiano procurando que cada paso pueda sembrar un ejemplo del bien común y el crecimiento de los demás.

En momentos contundentes como los que podemos llegar a atravesar, producto de la pérdida física de todo ser humano, observaremos la tristeza de quienes rememoran las jugadas de Diego Armando Maradona y también, a quienes comprenden la verdadera grandeza de aquellos líderes anónimos que viven honrando la vida liderando desde el ejemplo, el bien común y el servicio. 


Dr Jorge Cámpora
Director 
Maestría en Coaching y Cambio Organizacional | USAL
Especialización en Liderazgo y Desarrollo Personal | USAL
 

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