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Nadie puede salvarse solo

Desde hace décadas los Papas vienen proponiendo en determinadas fechas del año diversas Jornadas referidas a diversas cuestiones sobre las cuales se quiere llamar especialmente la atención. Esta práctica fue iniciada por Pablo VI cuando estableció en 1967 la I Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y la I Jornada Mundial por la Paz, el 1 de enero 1968. Un modo de comenzar el año civil prolongando los efectos de la Navidad en que todos nos deseamos paz y bienestar.

Desde entonces, en forma semejante, se han instituido otras Jornadas que se reiteran anual o periódicamente: la Jornada Mundial de la Juventud, 1986; y últimamente, por impulso de Francisco, la Jornada Mundial de los Pobres, 2017 (ver: https://noticias.usal.edu.ar/es/jornada-mundial-de-los-pobres), la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, 2022. Cada Jornada va precedida de un mensaje motivador.

En cuanto a la Jornada Mundial de la Paz a celebrase el 1 de enero de 2023 –será la edición 56– lleva por lema “nadie puede salvarse solo”. El Papa Francisco esta vez centra su mensaje en los efectos que el Covid ha provocado en la vida de toda la humanidad, incluso en las zonas más pacíficas de nuestro mundo, haciendo aflorar innumerables carencias y desequilibrios que alimentan el malestar y los conflictos, y generan violencia e incluso guerras.

Justamente –se lamenta Francisco– un nuevo y terrible desastre se abatió sobre la humanidad: “una nueva guerra, en parte comparable a la del COVID-19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables”. Para Francisco “esta guerra –se refiere a la de Ucrania–, junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas. Aunque se ha encontrado una vacuna contra el COVID-19, aún no se han hallado soluciones eficaces para poner fin a la guerra. En efecto, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado (cf. Evangelio según san Marcos 7,17-23)”.

En ese sentido, lo primero que tememos que hacer es “cambiar el corazón”. Es decir, transformar “nuestros criterios habituales de interpretación del mundo”, buscando comprometernos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta.

Al respecto, Francisco señala que “las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos están todas interconectadas”. Por lo tanto, la sanidad pública es un ingrediente más junto con el cambio climático, las desigualdades, las hambrunas y los migrantes, que debemos atender para para trazar juntos caminos de paz

A modo de eco prolongado de la Navidad, Francisco nos dice “aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, guía nuestro camino”. 

Mensaje completo en
https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/20221208-messaggio-56giornatamondiale-pace2023.html


Eloy Mealla
Seminario Permanente Pedagogía Ignaciana
Vicerrectorado de Formación
Universidad del Salvador 

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