El “corazón” de la comunidad educativa
Creo ver en la última Carta Encíclica “Dilexit nos” del Santo Padre Francisco, sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo, una clara llamada de regreso al corazón y no solo de Dios que descendió al nuestro, sino al nuestro que abrimos al suyo como único camino para el encuentro salvífico.
Esto inevitablemente, también toca a la misión de la comunidad educativa, en el replanteo y renovación de su objetivo específico y peculiar, en el concierto de otras comunidades educativas. En ella, el corazón será lo que la distingue de las demás, por contener y revelar su sentido e identidad; y a la vez, como organismo vivo y dinámico que es, el palpitar del que emana su fuerza y su misión última más allá de lo específicamente académico, como formadora integral del profesional.
“Sinergia cordial” podríamos decir, que se distingue claramente de un trabajo en grupo de sus miembros, pues cuando se unen, no solo las fuerzas dispersas, los carismas y talentos de cada uno, sino el direccionarse en un mismo sentido y fin último que apasionadamente nos debe mover, el resultado será el brillo de lo que nos distingue y a la vez, nos ilumina el horizonte último que ha de ser logrado.
Al unir ambas necesidades (volver la mirada de Fe al corazón de la salvación por el encuentro divino-humano y de la formación para el crecimiento personal y el servicio para el bien común), nos encontraremos con el “Jesús Maestro”, que nos llamó a la noble tarea de “anunciar la buena noticia” a todos, desde las aulas universitarias, sin distinción de raza ni clase social, (ya que, lo único que nos define, es el corazón), para humanizar a quienes presentar a Jesucristo, en caridad y libertad de espíritu y conciencia.
Tres niveles de reflexión se desprenden de todo ello: El corazón de lo que es una formación integral. El corazón del espíritu que dio nacimiento a nuestra Universidad y el corazón que debe motivar y por tanto mover los corazones y no solo las mentes, de los que hemos sido llamados a esta alta misión social y eclesial.
Padre Juan José F. Milano
Vicerrectorado de Formación
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