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SECRETARÍA DE PRENSA
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La República Guaranítica

El escritor Leopoldo Lugones (1874-1938) fue parte en su juventud de la expedición que el gobierno argentino envió en 1903 a explorar lo que quedaba de las Misiones Jesuíticas en el territorio nacional. Otro expedicionario, en calidad de fotógrafo, fue Horacio Quiroga, luego también escritor, célebre por sus “Cuentos de la selva”, ambientados en la actual provincia de Misiones.

Leopoldo Lugones tenía el encargo de hacer un informe de la investigación realizada que se tituló “El imperio jesuítico”. El término “imperio” suena un tanto despectivo y muy deformante de lo que fueron las Misiones que tuvieron una existencia de 158 años. Tras la expulsión de los jesuitas de América en 1767, las llamadas misiones decayeron y luego de más de 130 años Lugones y sus compañeros solo encontraron ruinas. Justamente uno de los pasajes del informe se denomina “Las ruinas” que Lugones sintética y poéticamente describe así: “El bosque ha tendido su lujo sobre aquella antigua desolación, siendo ahora las ruinas un encanto de la comarca”. 

Socialmente los guaraníes vivían en tribus de pocas familias. Eran básicamente nómades y, por necesidad de subsistencia, roturaban parcelas en claros de la selva, que abandonaban una vez agotadas. Su hábitat abarcaba un vastísimo territorio que comprendía los actuales estados de Ecuador, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Estaban instalados preferentemente en la cuenca de los grandes ríos, como Amazonas, Marañón, Paraguay, Pilcomayo, Paraná, Uruguay.

Los jesuitas, establecidos en Asunción del Paraguay desde 1587, fueron madurando un proyecto de estabilización. Su resultado fueron las Reducciones que implicaban la residencia en un lugar fijo y apartado de todo centro colonial y la eliminación absoluta de la servidumbre de los indios. En 1611, el rey Felipe III autorizó su puesta en marcha. 

Al poco tiempo las Reducciones al este del Iguazú fueron atacadas por los mamelucos o paulistas que, ayudados por los indios tupis, capturaban a los guaraníes para abastecer de esclavos a las ciudades costeras del Brasil. Los Padres Cataldino y Maceta llegaron a compartir la esclavitud con sus indios encadenados. Dado que los ataques no cesaron, en 1631 se produjo un éxodo masivo de cien mil guaraníes hasta el Paraná para asegurarse al menos la sobrevivencia. Solo algunos llegaron a destino y poco después obtuvieron la autorización de usar armas en defensa de las reducciones. Por más de un siglo, los guaraníes tuvieron paz.

La nueva localización tenía una extensión aproximada de 650 km. de norte a sur y 600 km. de este a oeste. Se estableció un plan urbanístico que se repitió igual en cada reducción. El número de pobladores de cada reducción oscilaba entre los cinco y los diez mil habitantes, sumando entre todos unos 300.000 habitantes.

En la “República guaranítica” los jesuitas podían ejercer el poder de veto en casos conflictivos, pero habitualmente la administración civil, penal y militar se ejercitaba confederadamente, y cada reducción formaba una comunidad independiente con alcaldes, fiscales y otros ministros elegidos libremente. La acción evangelizadora incluía una decidida dimensión cultural. Indicamos sólo algunos ejemplos: los misioneros codificaron y sistematizaron la lengua guaraní (veáse el catecismo en esa lengua); la primera imprenta en el país funcionó en las Reducciones desde el 1700, ochenta años antes que en Buenos Aires; desarrollaron ampliamente las capacidades musicales y escultóricas de los guaraníes.

El éxito de la experiencia, también en lo productivo, aumentó la hostilidad y recelo contra los jesuitas por parte de los colonizadores, pero también de algunos líderes nativos que se veían desplazados. Estos últimos asesinaron a varios jesuitas, episodio que se conmemora cada 17 de noviembre con la celebración de los Mártires Rioplatenses (ver: https://noticias.usal.edu.ar/es/martires-ayer-y-hoy).

En 1767, el rey firmó el decreto de expulsión de la Compañía de Jesús de América, las reducciones entraron en declive y se desintegraron, no obstante, su legado permaneció. Visto en perspectiva y con criterios actuales la “República Guaranítica” también tuvo sus límites. Su fundamentación teocrática y paternalista no permitió una mayor maduración cívico-intelectual en medio de las oposiciones crecientes. No obstante, permanece como un eminente testimonio inspirador para el presente 

Para saber más sobre la obra cultural de los jesuitas en el Río de la Plata, ver: https://racimo.usal.edu.ar/612/


Eloy Mealla
Seminario Permanente Pedagogía Ignaciana
Vicerrectorado de Formación
Universidad del Salvador 

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