Inicio
Áreas USAL
Close
Pasar al contenido principal

SECRETARÍA DE PRENSA
a/c Rectorado

Avenida Callao 801, C1020ADP
Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina
Tel. (+54-11) 4813-3997 o 4014 (ints 2111 o 2108).

Una joya pontificia sobre San Jerónimo, enamorado de la Palabra de Dios

En la Carta Apostólica Scripturae Sacrae affectus , el Papa Francisco afirma que la herencia de San Jerónimo (Estridón, Dalmacia, 347-Belén, Tierra Santa, 420) es “una estima por la Sagrada Escritura –Scripturae Sacrae affectus-, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita”. De esta manera, recuerda el XVI Centenario de la muerte del santo Padre y Doctor de la Iglesia.

Resulta importante destacar el Papa Francisco vincula Scripturae Sacrae affectus a otros documentos pontificios. En primer lugar, se remite a la Carta Encíclica Spiritus Paraclitus de Benedicto XV (15 de septiembre de 1920)  y, en segundo lugar, a dos catequesis de Benedicto XVI dedicadas a San Jerónimo .

En Spiritus Paraclitus, Benedicto XV se detiene en la interpretación de la Sagrada Escritura. Afirma que “el Espíritu Consolador [Spiritus Paraclitus], habiendo enriquecido al género humano en las Sagradas Letras para instruirlo en los secretos de la divinidad, suscitó en el transcurso de los siglos numerosos expositores santísimos y doctísimos, los cuales no sólo no dejarían infecundo este celestial tesoro[Conc. Trid., ses.5, decr.: de reform. c.l], sino que habían de procurar a los fieles cristianos, con sus estudios y sus trabajos, la abundantísima consolación de las Escrituras. El primer lugar entre ellos, por consentimiento unánime, corresponde a San Jerónimo, a quien la Iglesia católica reconoce y venera como el Doctor Máximo concedido por Dios en la interpretación de las Sagradas Escrituras”.

A su vez, en la primera de sus catequesis, Benedicto XV afirma que San Jerónimo es “un Padre de la Iglesia que puso la Biblia en el centro de su vida:  la tradujo al latín, la comentó en sus obras, y sobre todo se esforzó por vivirla concretamente en su larga existencia terrena, a pesar del conocido carácter difícil y fogoso que le dio la naturaleza”. “¿Qué podemos aprender nosotros de san Jerónimo? –pregunta Benedicto XV–. Me parece que sobre todo podemos aprender a amar la palabra de Dios en la sagrada Escritura. Dice san Jerónimo: «Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo». Por eso es importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la palabra de Dios, que se nos entrega en la sagrada Escritura. Este diálogo con ella debe tener siempre dos dimensiones: por una parte, debe ser un diálogo realmente personal, porque Dios habla con cada uno de nosotros a través de la sagrada Escritura y tiene un mensaje para cada uno.

No debemos leer la Sagrada Escritura como una palabra del pasado, sino como palabra de Dios que se dirige también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor. Pero, para no caer en el individualismo, debemos tener presente que la palabra de Dios se nos da precisamente para construir comunión, para unirnos en la verdad a lo largo de nuestro camino hacia Dios. Por tanto, aun siendo siempre una palabra personal, es también una palabra que construye a la comunidad, que construye a la Iglesia”.

En la segunda de sus catequesis, Benedicto XV señala que “verdaderamente «enamorado» de la Palabra de Dios, [san Jerónimo] se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer a Cristo mismo, que es la vida de los creyentes?» (Ep. 30, 7). Así, la Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles» (Ep. 133, 13), se convierte en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para todas las personas”. Resalta que “para san Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Nunca podemos leer nosotros solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. La Biblia fue escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el pueblo de Dios podemos entrar realmente con el «nosotros» en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere comunicar. Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica”.

“Ahora –afirma el Papa Francisco–, en el decimosexto centenario de su muerte, también yo deseo recordar a san Jerónimo y volver a proponer la actualidad de su mensaje y de sus enseñanzas, a partir de su gran estima por las Escrituras”. Y agrega inmediatamente: “En este sentido, puede conectarse perfectamente, como guía segura y testigo privilegiado, con la XII Asamblea del Sínodo de los Obispos, dedicada a la Palabra de Dios, y con la Exhortación apostólica Verbum Domini (VD)  de mi predecesor Benedicto XV, publicada precisamente en la fiesta del santo, el 30 de septiembre de 2010”. Francisco destaca que “Jerónimo no encontró en el estudio un deleite efímero centrado en sí mismo, sino un ejercicio de vida espiritual, un medio para llegar a Dios y, de este modo, su formación clásica se reordenó también en un servicio más maduro a la comunidad eclesial”. “Una cultura, la suya, puesta al servicio y confirmada como necesaria para todo evangelizador –agrega el Papa Francisco–. Así le recordaba al amigo Nepociano: «La palabra del presbítero está inspirada por la lectura de las Escrituras. No te quiero ni declamador, ni deslenguado, ni charlatán, sino conocedor del misterio e instruido en los designios de tu Dios. Hablar con engolamiento o precipitadamente para suscitar admiración ante el vulgo ignorante es propio de hombres incultos. El hombre de frente altanera se lanza con frecuencia a interpretar lo que ignora, y si logra convencer a los demás, se arroga para sí mismo el saber» (Ep. 52, 8: CSEL 54, 428-429; cf. VD, 60: AAS 102 (2010), 739)”.

“Para una plena comprensión de la personalidad de san Jerónimo es necesario conjugar dos dimensiones características de su existencia como creyente –agrega el Papa–. Por un lado, su absoluta y rigurosa consagración a Dios, con la renuncia a cualquier satisfacción humana, por amor a Cristo crucificado (cf. 1 Co 2,2; Flp 3,8.10); por otro lado, el esfuerzo de estudio asiduo, dirigido exclusivamente a una comprensión del misterio del Señor cada vez más profunda. Es precisamente este doble testimonio ofrecido de modo admirable por san Jerónimo, el que se propone como modelo, sobre todo, para los monjes, quienes viven de ascesis y oración, con vistas a que se dediquen al trabajo asiduo de la investigación y del pensamiento; después, para los estudiosos, que deben recordar que el saber sólo es válido religiosamente si está fundado en el amor exclusivo a Dios, y expoliado de toda ambición humana y aspiración mundana”.

Muchas más consideraciones podrían realizarse sobre san Jerónimo. Nos importa destacar ahora, en razón de la brevedad, en la relación que establece el Papa Francisco entre la Sagrada Escritura y los jóvenes. Luego de afirmar que “entre los muchos elogios que la posteridad le rinde a san Jerónimo está el de no ser considerado solamente uno de los más grandes estudiosos de la «biblioteca» de la que el cristianismo se nutre a lo largo del tiempo, comenzando por el tesoro de las Sagradas Escrituras y que “se le puede aplicar lo que él mismo escribió sobre Nepociano: «Por la asidua lectura y la meditación prolongada, había hecho de su corazón una biblioteca de Cristo»”, piensa que “en la experiencia que puede tener un joven hoy al entrar en una librería de su ciudad, o en una página de internet, y buscar el sector de libros religiosos. Es un espacio que, cuando existe, en la mayoría de los casos no sólo es marginal, sino carente de obras sustanciales. Al examinar esos estantes, o esas páginas en la red, es difícil para un joven comprender cómo la investigación religiosa pueda ser una aventura emocionante que une pensamiento y corazón; cómo la sed de Dios haya encendido grandes mentes a lo largo de los siglos hasta hoy; cómo la maduración de la vida espiritual haya contagiado a teólogos y filósofos, artistas y poetas, historiadores y científicos. Uno de los problemas actuales, no sólo de religión, es el analfabetismo: escasean las competencias hermenéuticas que nos hagan intérpretes y traductores creíbles de nuestra propia tradición cultural. Deseo lanzar un desafío, de modo particular, a los jóvenes: Vayan en busca de su herencia. El cristianismo los convierte en herederos de un patrimonio cultural insuperable del que deben tomar posesión. Apasiónense de esta historia, que es de ustedes. Atrévanse a fijar la mirada en Jerónimo, ese joven inquieto que, como el personaje de la parábola de Jesús, vendió todo lo que tenía para comprar «la perla de gran valor» (Mt 13,46)”.


Profesor Germán Maserdotti

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

  i Francisco, Carta Apostólica Scripturae Sacrae affectus, 30 de septiembre de 2020. Disponible en http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/papa-francesco-lettera-ap_20200930_scripturae-sacrae-affectus.html#_ftn50
  ii Benedicto XV, Carta Encíclica Spiritus Paraclitus, 15 de septiembre de 2020. Disponible en https://w2.vatican.va/content/benedict-xv/es/encyclicals/documents/hf_ben-xv_enc_15091920_spiritus-paraclitus.html
  iii Benedicto XV, San Jerónimo (1), Audiencia del miércoles 7 de noviembre de 2007. Disponible en http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2007/documents/hf_ben-xvi_aud_20071107.html y San Jerónimo (2), Audiencia del miércoles 14 de noviembre de 2007. Disponible en http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2007/documents/hf_ben-xvi_aud_20071114.html
 iv  Benedicto XV, Exhortación apostólica Verbum Domini, 30 de septiembre de 2010. Disponible en http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/apost_exhortations/documents/hf_ben-xvi_exh_20100930_verbum-domini.html


 

Compartir: