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"65 Aniversario USAL: recordando a nuestras grandes personalidades: Profesor Dr. Matías Martínez (1925- 1992)”

Se recibió de Medico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en el año en el año 1950. La Farmacología General y muy especialmente la relacionada con la Tuberculosis y las enfermedades del Aparato Respiratorio, constituyó su tarea principal, junto a la educación médica. Se formó como Farmacólogo en la cátedra del Dr. Soto de la UBA y completó su especialidad como Médico Especialista en Farmacología en España en la Universidad Complutense de Madrid con el Profesor Dr. Lorenzo, Velázquez.

Profesor Titular de Farmacología de la Universidad del Salvador, Docente Autorizado de Farmacología en la Universidad de Buenos Aires y también se desempeñó como director del curso libre completo de Farmacología en el Hospital Tornú (UBA) y Profesor Adjunto de la Universidad Nacional de La Plata. 

En el año 1974 fundó la cátedra de Farmacología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Centro (Tandil). Esta actividad le permitió estar en contacto permanente con los estudiantes de grado y posgrado, siendo la mayoría de los farmacólogos argentinos y muchos de Latinoamérica discípulos suyos.

En el campo asistencial fue médico del Hospital Tornú dedicando 20 años a la atención de pacientes con tuberculosis con una dedicación activa en forma paralela en la investigación de nuevos fármacos antituberculosos con dedicación a sus pacientes y transmitiendo toda su sabiduría como docente en la Escuela de Enfermería del Hospital. Se desempeñó también durante muchos años en el Servicio de Neumología del Hospital Churruca. Se destaco por su dedicación en la medicina asistencial con un gran vínculo con el paciente enfermo y su alto contenido humano. 

Sus trabajos científicos alcanzan a 300, la mayoría en el campo de la Farmacología Experimental y Clínica. También trabajó con sus alumnos en la Educación Médica.

Participó como medico en los cursos prematrimoniales en la Iglesia San José de Flores con gran entusiasmo y dedicación en relación a la educación sexual en el matrimonio.

Su actividad societaria fue intensa. Fue Presidente de las Sociedades de Farmacología y Terapéutica, y de la de Tisiología y Patología Torácica de la Asociación Médica Argentina, donde ocupó numerosos cargos y obtuvo distinciones, así como en la Asociación Medica Latinoamericana.  

Miembro fundador de la Asociación Latinoamericana de Farmacología y miembro Honorario de las Sociedades de Farmacología de Perú y Venezuela. Formó parte de la Comisión Nacional de Vigilancia Farmacológica de la Secretaría de Salud Pública de la Nación e integró la junta de evaluación final de los medicamentos.

Recibió numerosos premios, entre los que se encuentran el “Alejandro Raimondi “ (Hospital Tornú) , Ricardo Hansen” Liga Argentina contra la Tuberculosis), “ Juan Madera “ (Facultad de Medicina , UBA) , Enrique Tornú “ (Academia Nacional de Medicina) , “ Ignacio Imaz “ (Sociedad Argentina de Farmacología y Terapéutica).  Sus libros orientaron al estudiante y al médico, destacándose aquellos sobre el tratamiento de la Tuberculosis, Asma, Biodisponibilidad de los Medicamentos y uno dedicado a la Enfermera y los Medicamentos.  Dirigió el Vademécum Medico Anual, libro útil para todos los médicos del país, junto a la cama del paciente.

En el año 1959 inicia su actividad en la Universidad del Salvador en la cátedra de Farmacología del Dr. Ocho como Profesor Adjunto y tiempo después en 1975 queda como Profesor Titular hasta el año 1992. Se desempeñó además como Profesor de Farmacología de la Escuela de Enfermería del Salvador, UBA y la Escuela Municipal de Enfermería Dra. Cecilia Grierson. 

Como Profesor de Farmacología en su cátedra de la USAL, se inició primero en el Colegio del Salvador, y después continuó en la nueva sede, en el 5° piso de la calle Tucumán. Se caracterizó por su dedicación y compromiso en la enseñanza de una de las materias más difíciles de la carrera de medicina. Formó ayudantes de cátedra que lo acompañaron en la docencia y los estimuló a formarse en sus distintas especialidades que actualmente lo recuerdan con cariño y admiración 

Convencido en la formación de profesionales con gran rigor académico y gran componente humano dedicó su vida profesional a la docencia.

Fue nombrado Vicedecano de la Facultad de Medicina en 1980 por la Rectora Mercedes Terren y su dedicación se incrementó aún más. Recorría los pasillos de la facultad con su guardapolvo blanco y participaba de mesas de exámenes, escuchaba a los alumnos y los guiaba en la carrera. La Universidad del Salvador era su casa y así lo expresa su esposa Carmen cada vez que cuenta alguna vivencia de esa época.  Cada alumno tenía un “padrino” que significaba que un profesor lo guiaba en sus estudios. Estímuló mucho esa relación Profesor / Alumno. Existía en ese entonces un acercamiento entre alumno y profesor que favorecía mucho el aprendizaje.

Luego de su fallecimiento el 15 de mayo de 1992 el Rector Juan Alejandro Tobías decidió poner su nombre en una pequeña plaza al ingreso al Campus “Nuestra Señora del Pilar” con su nombre. 

Recordar al profesor Matías Martínez es comenzar desde el periodo que fui estudiante. Pertenecí a la escuela de ayudantes de su cátedra de Farmacología en el Hospital Tornú allá fines de los 70 y luego continuó mi tarea con él durante toda la década del 80 hasta que él falleció en el 92. Lo destacable de Matías es que era un ser extraordinario en lo humano y profesional, la impronta que nos dejó  a varias camadas de  ayudantes de la Cátedra de Farmacología luego docentes y actualmente profesores en su Cátedra de la USAL ha sido imborrable  aún hoy seguimos su camino.

Alfredo, Hirschson, graduado de la Facultad de Medicina, fue ayudante del Dr. Matías Martínez, Hoy docente de la cátedra de Terapeútica. 


Evocar a mi querido Profesor y Vicedecano, el Dr. Matías Martínez (“Matute” como lo llamábamos cariñosamente sus alumnos en esos años) es traer a la mente y al corazón un sinfín de alegrías y hermosos momentos de los tiempos universitarios, que gracias a Dios me han tocado vivir. Lo conocí una fría tarde invernal (en las dependencias que la USAL tenía en la calle Lavalle) durante el año 1979 con motivo de una charla donde se explicaba el perfil de nuestra carrera de medicina. Puedo afirmar que después de su presentación, donde quedaba muy claro su hombría de bien y profesionalismo, no tuve dudas en elegir a la USAL como el lugar donde quería estudiar medicina, y a partir de allí la imagen del “Médico Integral” que explicó claramente el Dr. Matías Martínez se transformó en mi ideal a imitar. 

Durante el curso del Premédico lo veía frecuentemente estimulando a los estudiantes, ayudando a quienes mas lo necesitaban y preocupándose siempre por el devenir de nuestra facultad a la que tanto quería. Me acuerdo de que, en mi primer año de carrera, una mañana subí a su despacho para pedirle ayuda para formar la Pastoral Universitaria (PAUSA) y durante esa conversación me presentó a mi “Padrino Docente” a quién torturé amigablemente en sus días de guardia en el hospital Rivadavia, con mis preguntas medicas, pero con quien construí tambien una hermosa amistad más allá de los profesionales. Todos mis compañeros de promoción guardamos un recuerdo hermoso de nuestro querido Matute, y muchos como yo lo teníamos y tenemos como un ejemplo del Médico que quisimos ser. Todavía resuenan en los pasillos y aulas de nuestra anterior Facultad de Medicina sus dichos para alentarnos a ser mejores profesionales: “Deben estudiar mucho y atender al paciente como un ser integral: humano, psico y espiritual tratando siempre de aliviar su dolor. En sus diplomas dirá: USAL y cuanto mejor sean ustedes mejor será esta Universidad que los ha formado como tales, teniendo mas valor sus títulos de médicos”. Podría contar muchas anécdotas que lo pintan como una persona extraordinaria, pero lo mas importante es recordarlo con el cariño de siempre, y como un modelo para las generaciones de médicos que tanto aprendimos científica y humanamente de todas sus enseñanzas. 

Daniel H. Scorsetti, Director de la Carrera de Especialización en Oftalmología.


Quienes fuimos alumnos durante el tiempo en que el Doctor Matías Martínez fue Vicedecano y Profesor Titular de Farmacología fuimos marcados indeleblemente.

En aquel tiempo, fue pionero en muchos aspectos: en su disciplina médica con un reconocimiento que iba más alla de las fronteras de nuestro país, en la docencia y especialmente en su modo de ejercer no solo la misma, sino tambien el cargo de Vicedecano que en ese momento ejercía. Su proximidad era diaria y evidente. Transitaba los pasillos del edificio de la Facultad. Nos conocía por nuestro nombre. Se involucraba en nuestro progreso académico y en las situaciones personales que le planteáramos. No se ocupaba simplemente, sino que se preocupaba por cada uno de nosotros.

En verdad su innovación consistió en retornar al ideal original del docente, del “magister”, porque en verdad eso fue: Maestro. No solo compartió con nostros su conocimiento con enorme caridad sino tambien una forma de vida que nos modeló en el modo de ser profesionales de la Medicina. En pocas palabras, regaló y brindó verdadera sabiduría. Por eso lo recordamos como discípulos agradecidos. 

Quienes hoy continuamos la tarea docente en la facultad lo tenemos como modelo a seguir. Recordando una de las expresiones más conocidas del Papa Francisco podriamos decir que el querido Matías era un veradero “pastor con olor a oveja” y nosotros tuvimos el privilegio y la dicha de ser parte de su rebaño.
En síntesis, creo que encarnó acabadamente el ideal de nuestra Universidad: enriqueció con su conocimeiento nuestras mentes y su sabiduría compartida ayudó a que nuestros corazones crecieran en virtud. Sembró generosamente y sus frutos han sido abundantes en las generaciones posteriores.
Siempre quedará en nuestro recuerdo con inmensa gratitud y feliz memoria.

Martín Cornut, Prosecretario Académico de la Facultad de Medicina
 

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