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SECRETARÍA DE PRENSA
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Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina
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“Es incalculable cuanto enriquece una formación académica con valores”

La Doctora Andrea Schvindtt se recibió de Abogada en nuestra Casa de Altos Estudios el 15 de julio de 1997. A partir de ese momento se desempeñó en el ejercicio de la profesión en el Área del Derecho Privado específicamente como abogada Asesora de Empresas. También desde el año 2016 es docente de la carrera de Abogacía en la Asignatura "Derecho Constitucional" y de "Instituciones de Derecho Privado I y II" en la carrera de Martillero y Corredor Universitario. Asimismo, en el marco de las actividades organizadas por la Secretaría de Promoción e Ingreso de nuestra Universidad, dicta talleres tales como "Mi primer voto" dirigidos a alumnos del colegio secundario. Recientemente, la Dra. Schvindtt ha asumido la Dirección de la Revista de Derecho Constitucional que edita la Facultad de Ciencias Jurídicas junto a IJ editores. 

¿Qué mirada puede brindarnos acerca del futuro de un abogado en el contexto actual de un mundo cambiante y globalizado?
El contexto en el que vivimos nos impone vertiginosamente que estemos en constante cambio y con ello, nos obliga a lograr una adaptabilidad permanente en los distintos niveles en los que nos desarrollamos.

Hoy, ser abogado no es solamente prestar asistencia ante un problema que se presenta, sino que nos exige brindar un asesoramiento preventivo para evitar que se generen conflictos innecesarios que, en la mayoría de los casos, sólo acarrean frustraciones en sus protagonistas.

El rol del abogado en los tiempos actuales debe centrarse en lograr que el sistema de protección de los derechos de las personas funcione utilizando todas las herramientas que la normativa brinda, incorporando los principios fundamentales de los tratados internacionales que nos vinculan con otros países y que ratifica cada vez más que todos de alguna manera somos ciudadanos de un mundo que se comunica,  interactúa y  tiende a cambiar para lograr la satisfacción de las necesidades de los miembros de la Sociedad.

A su criterio ¿cómo puede la Universidad favorecer y fomentar el compromiso social desde el ejercicio de la profesión? ¿Tiene ello relación con la realización personal y el afianzamiento de la vocación?
Los alumnos llegan a las Universidades convencidos de que la institución que eligieron es la "mejor" en la carrera en la que se pretenden recibir pero la Vida Universitaria les mostrará que no se limita a la formación académica propiamente dicha, sino que es un ámbito de formación personal.

Esos estudiantes que llegan con sus primeras dudas, inquietudes y miedos, descubren la diversidad en sus docentes, conocen a sus mentores, encuentran a aquellos compañeros con los que coinciden y aquellos con los que no conectan y es el primer ejercicio de aprendizaje para su futura vida profesional y laboral: la adaptación y la búsqueda de relaciones que enriquecerán su formación personal y profesional.

Es incalculable cuanto enriquece una formación académica con valores para que esa persona no encuentre únicamente en su profesión el medio de vida para ganar dinero, sino que sea su estilo de vida entendiendo que somos un engranaje más de una sociedad que si funciona ordenadamente, cada uno haciendo las cosas bien, el éxito será el resultado que se obtenga. 

La Universidad es su comunidad, genera un grupo de pertenencia y es el lugar donde esa vocación se afianza e inclusive, se manifiesta de manera inequívoca. Cuanto más feliz transite un estudiante su vida universitaria comprometiéndose con su vocación, con sus pares, con su entorno, mejor será en el ejercicio de su profesión.
El objetivo debe ser lograr que se reciban abogados de vocación.

¿Cómo nació su vocación docente y como define el futuro de la educación universitaria?
Enseñar nació como una necesidad de hacer algo por otros y encontré allí una nueva vocación.

Considero que ser docente es un acto de generosidad; estoy devolviendo aquello que me fue dado por quienes fueron mis profesores y mentores y, de esa manera, mantengo ese círculo necesario de dar-recibir.

Me gusta enseñar y aprender de mis alumnos, la curiosidad de ellos ayuda a mantener viva la mía y en ese intercambio, entiendo, logramos un vínculo único.
La educación universitaria afronta el desafío de ofrecer una educación que prepare a ciudadanos que sean capaces de desarrollarse en un mundo cambiante y de gran incertidumbre. Las aulas como vehículos idóneos de transmitir los conocimientos, deben adaptarse a los requerimientos de los nuevos modelos y quizás allí esté la clave: escuchar a los alumnos, sus necesidades y repensar.

Las clases prácticas y el uso de las herramientas tecnológicas generan una preparación para que los estudiantes se sientan más identificados con el ejercicio de su futura profesión. 

Debemos lograr que no se pierda el estímulo para que el aula se convierta en un ámbito flexible, dinámico y práctico, en el que al ingresar (presencial o virtualmente) encontremos nuestro lugar de formación para la vida personal y profesional.
 

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