Acortar distancias
En la Pedagogía Ignaciana –entendida como un “modo de proceder”– es inseparable la relación entre la fe y la justicia. O sea, el encuentro con Dios es inescindible de la relación con los demás. No cabe aquello de “yo me arreglo a solas con Dios” despreocupándose de los otros. En realidad, esta premisa tiene su origen en las mismas entrañas del evangelio que la Pedagogía Ignaciana ha ido reafirmando y renovando a través del tiempo.
Una de esas actualizaciones la realizó la Compañía de Jesús –voz especialmente autorizada en continuar y desplegar las propuestas ignacianas– cuando declara que su misión es “el servicio de la fe y la promoción de la justicia que esta fe implica”.
A esta afirmación se la considera una “opción focal” que significa que el objetivo de la fe y la justicia tienen que informarlo todo en simultáneo: la vida personal y comunitaria, la acción y las instituciones.
Una expresión de la importancia que los jesuitas otorgan a esta perspectiva fue la creación en 1969 del Secretariado para la Justicia Social que desde 2010 pasó a llamarse Secretariado para la Justicia Social y la Ecología. En 2014, el Secretariado publicó un número especial de su revista titulado “La Promoción de la Justicia en las Universidades de la Compañía.” Allí se señala a las universidades como “un campo privilegiado” para la promoción de la justicia, como expresión y servicio de la fe, estudiando e investigando sobre el modo de cuidar la creación y la transformación de la cultura.
Motivados por estas orientaciones no podemos dejar de prestar atención al reciente informe de Cáritas Argentina y el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, titulado “Radiografía de la pobreza en Argentina, ¡es urgente acortar distancias!”.
El documento señala entre otros muchos aspectos que, durante la última década, 3 de cada 10 argentinos nunca dejaron de ser pobres, 7 de cada 10 lo fueron al menos en algún momento. En este contexto, 4 de cada 10 argentinos son pobres tanto por ingresos como por privaciones elementales, y, entre ellos, 1 de cada 10 experimenta hambre de manera cotidiana. El estudio examina también la problemática del mercado laboral, en el que hace más de una década sólo 4 de cada 10 trabajadores tiene un trabajo digno, a la vez que el 60% de la población activa tiene un empleo precario, un trabajo de indigencia o está desocupado. También se indica que en el país hay 5.687 villas o barrios populares con acceso muy limitado a servicios básicos.
De todos modos, Cáritas no hace principalmente diagnósticos, sino que impulsa proyectos relacionados con microemprendimientos productivos y de autoconsumo, capacitación laboral, inclusión educativa, abordaje pastoral y comunitario de las adicciones, cuidado de la primera infancia, formación en ciudadanía, centros comunitarios de atención integral, jardines maternales.
No obstante, Cáritas se da cuenta que eso es necesario, pero no suficiente y considera que hay que dar respuestas estructurales y diseñar políticas de desarrollo. Ante este desafío, justamente la universidad es un “espacio privilegiado” para pensar y proponer cómo “acortar distancias”.
Eloy Mealla
Seminario Permanente Pedagogía Ignaciana
Vicerrectorado de Formación
Universidad del Salvador – Buenos Aires
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