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65° Aniversario de la Universidad del Salvador

El 17 de noviembre se celebró el Acto Académico con motivo del 65° Aniversario de la Universidad del Salvador. El mismo tuvo lugar en la Sede del Rectorado y fue transmitido en vivo por el canal de YouTube de nuestra Universidad.

El Acto fue presidido por el Rector de la Universidad, Carlos Salvadores de Arzuaga; el Presidente de la Asociación Civil Universidad del Salvador y Vicerrector Económico, Fernando Lucero Schmidt; la Vicerrectora Académica, Romina Cavalli; y la Vicerrectora de Investigación y Desarrollo, Luciana Tondello; acompañados por los miembros del Consejo Superior de la Universidad integrado por Decanos de Facultades y Directores de Escuela de nuestra Universidad.

Luego de entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, se proyectó un video institucional en conmemoración por los primeros 65 años de nuestra Casa de Estudios (https://drive.google.com/file/d/1Y_495Df6q2kyuwxWi-QPwlfeeO7dPwIP/view).

Más tarde, el Grupo de Cámara de la Orquesta Sinfónica de la Universidad, dirigida por el Maestro Ricardo Sidelnik, realizó una presentación que constó de las interpretaciones de los temas musicales “El Oboe de Gabriel” y la banda sonora de la película “Cinema Paradiso”, ambos de Ennio Morricone.

Acto seguido, el Rector de la Universidad, Carlos Salvadores de Arzuaga, hizo uso de la palabra y señaló: “Rememorar los 65 años de nuestra Universidad es evocar el acontecimiento, pero entiendo más adecuado referirme a conmemorar, traer a nuestra memoria un hecho histórico.

No entiendo a la historia como una simple imagen de lo ocurrido, es el amarre a la explicación de la existencia que contribuye al crecimiento; ni a la tradición como una manifestación elegante. No es escudriñar en un museo. Como sabiamente se ha dicho: “La tradición es la salvaguarda del futuro y no la custodia de las cenizas” (Gustav Mahler).

Desde esta concepción debo traer a la memoria de todos que por 1944 nacía el Instituto Superior de Filosofía del Salvador con motivo del pedido de profesionales que querían completar su formación.

En 1956 el R.P. Ernesto Dann Obregón firmaba el acta fundacional de las Facultades Universitarias del Salvador con el “propósito de promover en el más elevado nivel posible: los estudios en las disciplinas científicas y humanísticas, de desarrollar en forma armónica e integral, dentro del concepto humanista y cristiano, la personalidad del estudiante, por la docencia superior”.

Ciclópea misión de nuestros Padres Fundadores en una Argentina de momentos aciagos; quizás allí su justificación. No se encuentran sólo con la fatiga y la soberbia del antagonismo político sino con un Estado dueño de la enseñanza universitaria.

Nació el Salvador con aquellos propósitos que los había expuesto el RP Ismael Quiles SJ en el Acta del 2 de mayo; y con la firme convicción que debía crecer y desarrollarse dentro del humanismo cristiano; con la humildad de ser cobijo intelectual para todos.

El Provincial de la Compañía de Jesús, RP Jorge Mario Bergoglio SJ, presenta la Carta de Principios “Historia y Cambio” en 1974, que denomina “Carta Magna de la Universidad del Salvador y se habla de tres lineamientos: lucha contra el ateísmo, retorno a las fuentes, universalismo a través de las diferencias…”. Dice Bergoglio diez años después  “Teniendo en cuenta estos principios rectores comprendemos mejor nuestra misión, la que hemos recibido de la Iglesia y que ahora nos desafía a transformar –día a día- la Universidad en uno de los artífices de la identidad y proyección cultural argentinas; en un eficiente instrumento de formación y renovación de cuadros dirigenciales argentinos; en un centro de investigación y análisis consecuentes con los principios enunciados”.

Ocupado en que no se pierda la “mística fundacional”, en “recuperar la memoria”, el RP Bergoglio SJ hace una relectura de la Carta de Principios ante la llamada posmodernidad, advirtiendo que estamos frente a un naufragio y somos: “náufragos y corremos el peligro de querer reconstruirlo todo por inercia, con los trastos viejos de un barco que ya no existe”. Es entonces que con toda plenitud nuestra Carta de Principios viene a ser en nuestra misión la llave para huir del pesimismo y despierta “reto, desafío, vocación. La lucha contra el ateísmo, en esta cultura, hay que proponerla como la lucha contra el teísmo, contra ese ‘dios’ destilado, trascendente pero dentro de los límites de la inmanencia … El avance mediante el retorno a las fuentes hoy nos pide una decidida toma de posición contra todo relativismo ya sea de tipo consecuencialista, ya utilitarista … todo avance no arraigado en las fuentes … es ficción y suicidio … El universalismo a través de las diferencias supone una lucha a fondo contra todo tipo de nihilismo …”, dice Bergoglio.

Damas y caballeros estas referencias permiten demostrar que no solo tenemos historia y tradición; sino además Alma, Memoria y Misión.

No es conmemorar un hecho o acontecimiento histórico, es mucho más, es ponernos frente a ustedes, con humildad, para testimoniar sobre la lealtad en el cumplimiento de lo que se nos ha encomendado.

Seguimos siendo la Universidad nacida en el viejo Colegio del Salvador, no somos un híbrido intelectual que pretende resolver problemas propios con fórmulas que son ajenas; no somos un antojo intelectual, que lo más valioso que tenemos es lo más efímero nuestros estudiantes; que debemos “preparar dirigentes, moldear responsables en la conducción de los pueblos” y que la celeridad de los cambios no debe descuidar la formación de la persona.

No debemos ser ingenuos con menospreciar la situación económica, social, cultural y política del mundo y de nuestro país en particular. Será un gran esfuerzo mantener con firmeza nuestros Principios y Misión.

Aquí es el momento de no dejarse dominar por el desánimo y mucho menos por el pesimismo. No tentarse por la soledad ni caer en los brazos de la angustia. Mucho menos dejarse confundir por la borrachera de los discursos que sólo embriaga al orador.

Querida Comunidad, estamos llamados a una hermosa y desafiante misión, donde la conciencia de dónde venimos y quiénes somos, será una luz que ayudará en el camino.

Nuestra Universidad tiene un compromiso o mejor dicho, tiene una Misión.

Como lo hemos dicho en otras oportunidades, la Universidad es una comunidad de seres próximos, cercanos, en un lugar determinado que habilita y permite el diálogo, que supera al conocido, al compañero, al condiscípulo. Se confluye en el ámbito de la sociabilidad; el hombre sólo no aprende suficiente y menos se motiva a reflexionar.

El mundo que nos espera, no creo que pueda ser el que imaginaba esta generación.

Ante ello, la Universidad preservará su naturaleza siempre que sea un ámbito cultural, en el que el conocimiento y la reflexión confluyan en la formación de la persona. En que la espiritualidad no se condicione al mercado o al consumo, que habiendo sido manipulados terminarían con la creatividad.

En estas condiciones nacimos y estamos persuadidos que la debemos continuar.

El Salvador no fue un lugar para inventar ricos y famosos, sólo buenas personas, con una conciencia de su origen común, intelectualmente preparados para servir al prójimo.

Concluyo con las palabras de Su Santidad: “Educar, en general, pero sobre todo en las universidades, no solo es llenar las cabeza de conceptos. Se necesitan tres lenguajes. Es necesario que entren tres lenguajes: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, para que se piense en armonía con lo que se siente y se hace: se sienta armonía con que se piensa y se hace, se haga en armonía lo que se siente y se piensa. Una armonía en general y no separada de la totalidad.

Pidamos a Nuestro Señor que por muchos años más damos ciencia a la mente y virtud al corazón”.

A continuación se invitó a un alumno, un graduado y un docente para que brinden su testimonio en  relación a los 65 años de nuestra Universidad. Facundo Gildi, alumno de 5° de la carrera de Agronomía del Campus “San Roque González de Santa Cruz” de Gobernador Virasoro, Provincia de Corrientes, destacó: “elegí la USAL porque es una Casa de Estudios muy reconocida, tiene una trayectoria muy importante, y es muy reconocida a nivel país e internacional.

Los valores que desarrollé a lo largo de este tiempo en la Universidad me formó no sólo a nivel académico sino también me enseñó lo que es un trabajo en equipo, a la responsabilidad, la puntualidad, el cumplimiento y muchos factores que hacen a la profesionalidad.

Mi futuro después de tantos años en la Universidad, me veo muy seguro, muy competente, muy capaz para enfrentar cualquier tipo de problema. Agradezco a todas las personas que pasaron por este camino, que me pudieron ayudar a solucionar problemas en cuanto a tareas, desenvolverme, enseñarme, a mis padres, profesores y a la Unidad Académica de la Universidad”. (https://drive.google.com/file/d/1kZjrv3mhE-D7SM5CdxijKz-1j8PAQaBt/view

Luego, Godofredo Agustín Ortiz, graduado de Abogacía Plan Franco-Argentino de la Facultad de Ciencias Jurídicas en 2020, manifestó: “Es para mí un grandísimo honor brindar unas palabras en representación de los graduados de esta Casa de Estudios y una alegría inmensa estar presente hoy en el festejo de los 65 años de nuestra Universidad, de los cuales tuve la suerte de experimentar los últimos 6 años – 5 como estudiante y 1 como graduado.

Fui invitado a representar en pocas palabras a miles graduados de diferentes generaciones – desde 1956 a la fecha, egresados las diferentes carreras de grado y posgrado de las distintas Facultades.

A lo largo de los 5 años cursados en la Universidad pude apreciar sus cualidades, las cuales me gustaría compartir hoy con Ustedes.

En primer lugar, se distingue la calidad humana de todo el cuerpo docente y administrativo de la Universidad. Ello lo pude experimentar desde las charlas informativas de preinscripción, el proceso de inscripción, el curso de ingreso y durante los 5 años de la cursada. Estoy seguro de que muchos de los graduados han experimentado lo mismo.

Esto se complementa con el espíritu de compañerismo de los estudiantes, todo lo cual genera un excelente ambiente de enseñanza y aprendizaje con trato cordial y de respeto.

Esta calidad humana y profesional también ayudó a transitar estos casi 2 años de pandemia, la cual me tocó justo mientras cursaba el último año de la carrera. El paso a la virtualización de la educación presencial fue instantáneo y organizado, tanto en las clases como en los exámenes, a lo cual tuvimos que adaptarnos los estudiantes, los profesores y el personal administrativo.

En segundo lugar, la USAL se destaca también por su calidad institucional con la que nos recibió a todos los graduados.

Así, la calidad de sus carreras de grado y posgrado permitió que algunas inclusive sean de doble titulación, como en los casos de Administración de Empresas, Abogacía, Economía, Comercio Internacional y Gerenciamiento Económico Intercultural, gracias a sus convenios de cooperación que mantiene con prestigiosas Universidades extranjeras.

En lo personal, este fue uno de los 2 motivos esenciales que me llevaron a elegir estudiar en la USAL. Al descubrir la existencia del plan de derecho franco argentino con La Sorbonne, el único programa de formación jurídica bi-nacional de grado todo el continente americano, ahí tomé la decisión de inscribirme. El otro motivo se lo debo al consejo de mi padre – aquí presente – ya que también es graduado de esta Casa de Estudios.

Asimismo, es importante resaltar la formación integral (científica, humanística y cristiana) que la Universidad nos brindó a los graduados. La USAL forma profesionales, docentes e investigadores tanto en el aspecto técnico como axiológico e incentiva a que el estudiante, en tanto futuro profesional, piense, razone y actúe virtuosamente, todo en pos de formarse integralmente.

La USAL propicia la enseñanza desde la universalidad de la sabiduría y del conocimiento. Al respecto, la enriquecedora inserción en los planes de estudios de materias tales como Filosofía, Teología y Ética Profesional, permiten comprender y conjugar de manera armoniosa y universal las demás disciplinas y ciencias.

Por último, quisiera agradecer el trabajo de la Secretaría de Bienestar Universitario que se materializa en diversas acciones, en particular el Programa de Inserción Laboral, gracias al cual pude realizar una pasantía en el cuarto año y que al graduarme se transformó en mi actual trabajo como abogado.

Por todos estos motivos, haber estudiado en la USAL fue una decisión de la cual me siento sumamente feliz y agradecido.

Por ello, me gustaría citar unas palabras de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, madre de nuestra Universidad del Salvador, y que considero que expresan de manera plena el trabajo diario que ha realizado la Universidad a lo largo de estos 65 años: “alcanza la excelencia y compártela”.

Para finalizar, en nombre de los graduados, agradezco y saludo a la USAL en su sexagésimo quinto aniversario, por transmitir y compartir la excelencia académica a todos sus alumnos bajo el lema “ciencia a la mente y virtud al corazón”.

Además, Julio César Rivera, Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad, docente y graduado de nuestra Casa de Estudios, dijo: “El parto de las universidades privadas no fue fácil; eran muchos los que se oponían a que instituciones privadas pudieran emitir títulos profesionales habilitantes. De allí que lo que debió ser un debate franco se convirtió en un episodio más de la constante división entre los argentinos que se remonta a los federales y unitarios, que subsiste hoy como la grieta y que en aquel momento se patentizó bajo la consigna “laica o libre”, como si pudiera haber, si pudiera concebirse, una alternativa a la libertad.  Sin embargo, así fue, y los partidarios de “laica” se identificaban con una divisa punzó y los de la libertad con el color verde, produciéndose enfrentamientos, concentraciones, actos, en un enrarecido clima social que se aprecia aún más grave cuando se toma conciencia que de ese enfrentamiento participaban hasta los niños de las escuelas primarias, y por supuesto adolescentes del secundario y jóvenes universitarios.

Por una vez triunfó la libertad; después veremos porqué y a qué costo; y las instituciones universitarias privadas fueron autorizadas a expedir títulos profesionales con la sola limitación de que sus egresados debían pasar un examen de habilitación ante ciertas autoridades estatales.

Así, bajo el signo de la libertad, nació la primera Universidad privada; esta Universidad del Salvador. Y por cierto que lo honró.

Porque su primera divisa fue la libertad de cátedra; los profesores de mi facultad, la de Derecho, provenían de las más distintas corrientes de pensamiento; es más, resulta casi paradójico que los grandes civilistas que tuve por maestros: Borda, LLambías, Spota, Alsina Atienza, Molinario, estaban excluidos de la UBA por haber enseñado en ella en la década 45/55; en la misma condición estaban otros maestros del Derecho que encontraron en la Universidad del Salvador el lugar donde satisfacer su vocación docente como Caramés Ferro, Fontán Balestra y otros.

Pero lo notable es que compartían el cuerpo de profesores otros que habían sido perseguidos y aun encarcelados durante el gobierno nacido en 1946; tal el caso de ese gran hombre y extraordinario profesor que fue Federico Videla Escalada.

Pero quizás el ejemplo más notable es el del profesor de derecho político Mugica que se refería a nuestro profesor de teología como “mi hermanito”, y no era otro que el padre Carlos Mugica; ambos estaban en los extremos opuestos del pensamiento sobre la realidad argentina, pero ambos enseñaban con la más absoluta libertad.

Además, el cuerpo de profesores se nutrió de profesores extranjeros, como el insigne Werner Goldschmidt, exiliado de Alemania, quien curiosamente fuera excluido años después de un concurso de la Facultad de Derecho de la UBA por no tener título argentino, lo que motivara una furiosa nota de uno de sus discípulos argentinos, el no menos renombrado Germán Bidart Campos.

Y pronto la Facultad abrió sus puertas a sus propios egresados; así Graciela Martínez Cuerda inició su extensa carrera docente. A ella siguieron muchos otros; entre ellos quien les habla que ya en 1971 formaba parte de la cátedra del Dr. Guillermo Borda.

La libertad de asociación rigió desde el primer día; y así nació AEDS Asociación de Estudiantes de Derecho de la Universidad del Salvador, cuyo primer presidente fue el hoy y siempre profesor Alberto Castells; y de los distintos centros de estudiantes se formó la FEUS Federación de Estudiantes de la Universidad del Salvador en la que participaba entre otros el Pilo Bordón, gobernador de Mendoza, candidato presidencial.

Los centros de estudiantes fueron un hontanar de disputas, un lugar en permanente ebullición causada en los ardores juveniles, fuente de reclamos, peticiones, ideas, en los que nunca hubo un entremetimiento de las autoridades. Desarrollamos nuestra actividad con la más absoluta libertad; éramos recibidos por el Padre Quiles entonces Rector o por el Decano de cada Facultad cada vez que lo requeríamos; y nuestros planteos eran acogidos o desechados, pero siempre considerados y ponderados.

Esos centros de estudiantes fueron también un canal de expresión de ideas por medio de sus publicaciones; así nació Aequitas, la revista jurídica de AEDS, en la que colaboraron profesores de la carrera; el número 6 de esa revista se publicó en homenaje al padre Alonso y en él se incluyen artículos memorables como el de JJLlambías titulado “El enigma del artículo 521” que fuera un hito en la interpretación de ese curioso precepto del viejo código de Vélez.

También incursionamos en la edición de libros jurídicos, como el de “Contratos” de Alberto Spota y el libro de Filosofía jurídica del Padre Biturro, amén de apuntes de todas las materias. Fue ese nuestro ejercicio de la libertad de imprenta, y de publicar y difundir ideas por la prensa. Siempre con ninguna injerencia de la autoridad universitaria

Era una universidad confesional, creada y dirigida por la Compañía de Jesús, pero la vida universitaria se desarrollaba con la más absoluta libertad religiosa. Los estudiantes y los dirigentes estudiantiles podían ser católicos, protestantes o agnósticos; uno de los presidentes de AEDS era protestante, y el único alumno becado al 100% era un chico judío, discapacitado, que había sido criado por los mismos padres jesuitas. Y el ya mentado Werner Goldschmidt pertenecía a la colectividad que Juan Pablo II llamó “nuestros hermanos mayores en la fe”.

Fue también el ámbito en que la libertad de crear no tuvo límite alguno. Ciertos críticos de la enseñanza “libre” aducen que las universidades privadas se limitaron a crear carreras humanísticas que en alguna manera competían con las universidades públicas. No era este el caso de la Universidad del Salvador, donde se crearon carreras que no existían en las universidades públicas como la de televisión que los estudiantes de derecho criticábamos porque era muy oneroso mantenerla sin darnos cuenta de lo importante que era ese medio y la necesidad imperiosa de crear profesionales idóneos y además imbuidos de los valores que la Universidad predicaba. Y otras como fotointerpretación, geografía, etc., amén de la Facultad de Medicina que pronto se destacó por su excelencia académica.

Cómo fue posible que, en una Argentina dividida, fraccionada, enfrentada, se pusiera en marcha esta obra maravillosa que es la Universidad del Salvador.

Lo fue por la decisión de un hombre público no suficientemente valorado, el presidente Arturo Frondizi que reglamentó el decreto que había autorizado la creación de institutos universitarios privados a pesar de la opinión unánime en contra de los rectores de todas las universidades nacionales entonces existentes, uno de los cuales era su propio hermano Risieri Frondizi. Y a pesar de la oposición de gran parte de su propio partido político; dijo Risieri Frondizi que al legitimar a las universidades privadas el presidente había enajenado todo el apoyo del arco progresista de la Unión Cívica Radical Intransigente que lo había ungido candidato a la presidencia.

Y lo fue por el empeño que pusieron los padres jesuitas en continuar la obra ya magna que era el Colegio del Salvador, cuyas aulas de Callao 542 cobijaron a los primeros estudiantes universitarios. De entre esos padres jesuitas quiero recordar al padre Alonso, primer decano de la Facultad de Derecho y al Padre Ismael Quiles cuyo singular talento se proyectó sobre la universidad de la que fue rector. Vaya pues mi humilde homenaje, como egresado y como profesor, a estos hombres que fueron las columnas sobre las que se construyó, desarrolló, creció, y se convirtió en esta realidad de hoy, la Universidad del Salvador.

Universidad que cada año daba a sus estudiantes una Guía  en la que se lee que la USAL se inspira en el siguiente credo: “afirmamos la dignidad personal del hombre; afirmamos que el hombre tiene derechos y obligaciones naturales que provienen de Dios y son anteriores al Estado; nos oponemos a toda forma de dictadura…nos oponemos a toda forma de racismo y creemos en la libertad como un derecho sagrado del hombre…, sostenemos que se deben inculcar todas las libertades esenciales de la verdadera democracia y tomar una postura abierta y franca frente a todas las formas espúreas de democracia”

A 65 años de su fundación la USAL sin duda puede estar orgullosa de haber conciliado la libertad con la responsabilidad siendo así fiel a su Credo inspirador”.

Terminados los discursos se proyectó un nuevo video institucional que contó con los testimonios de graduados de diferentes años y carreras de nuestra Universidad, que brindaron sus historias de vida relacionadas a la Universidad, entre los que se destacan Alberto Castells, Valentina Cabello Podestá, Pablo Hernández Molteni, Agustina Lucero Schmidt, María del Carmen Bacque, Patricio Farías, Adela Salas y Jessica Cohen. (https://drive.google.com/file/d/1Aqc_WDder86HByxcOOtzGXZ5kzNTlCzS/view)

Para finalizar hizo uso de la palabra el Presidente de la Asociación Civil Universidad del Salvador y Vicerrector Económico, Fernando Lucero Schmidt, quien manifestó: “Hoy festejamos 65 años de creación de la Universidad del Salvador y 46 años de la decisión del Padre Arrupe y del entonces Provincial de la Compañía de Jesús, Padre Jorge Bergoglio hoy SS Francisco de producir el desligue de la Compañía de Jesús y encargar a un grupo de laicos la continuidad de la Universidad respetando los principios que le dieron origen, los que fueron reiterados y establecidos para la conducción en el documento “Historia y Cambio”.

Estos principios se han mantenido y profundizado en estos 46 años en la que la crítica trascendente del mundo contemporáneo es una constante en el espíritu de quienes conducen una Universidad fundada en la Fe, es decir critica e innovadora.

Esta condición es la que fortalece su aptitud como Universidad Católica fiel a sus principios.

No repetiré conceptos que trasmití en oportunidad de cumplir los 60 años, pero si señalaré que estos cinco años a pesar de las consecuencias de la pandemia que nos acosara, se mantuvieron y se consolidaron las disposiciones del documento “Historia y Cambio”. El cambio de autoridades no solamente no modificó el rumbo, sino que profundizó la acción dirigida a la formación de los alumnos utilizando y capacitando a todo el personal en el uso de nuevas tecnologías necesarias ante la pandemia. Docentes, académicos y administrativos se capacitaron pensando en sustentar la formación de nuestros alumnos sin perder el rumbo de formarlos como personas conscientes de su rol en la sociedad y el compromiso con los humildes, propio de nuestra Universidad.

Hoy podemos decir con certeza que la Universidad ha crecido superando las dificultades, pero también que tuvo la conducta de prevenir la aparición de tiempos aciagos, no solamente administrando con austeridad, sino también no abandonando el crecimiento nacido de nuevas tecnologías muchas veces descartadas o ninguneadas y que permitieron llegar casi indemnes a la realidad de hoy.

Por último, no debemos nunca olvidar que lo más efímero pero lo más trascendente de la Universidad es el alumno y a él debemos dirigir nuestros esfuerzos. SS Francisco decía hace unos años “Mi preocupación diría que todo el planteo de lo más grande de la universidad se condensa en lo más pequeño, todo el planteo lo más universal lo hace en lo más singular: en el alumno. Es lo mejor que tenemos y, si no creemos en esto según las pautas de nuestra mística fundacional, lo iremos despersonalizando y transformando en un "cliente" Dios no lo permita”.

De tal manera que podamos decir que hemos trabajado “A mayor Gloria de Dios”.

El acto de celebración concluyó entonando el Himno de San Ignacio de Loyola y con un pequeño ágape para los presentes en la sede del Rectorado.

Para volver a ver la transmisión del acto: https://usal-edu-ar.zoom.us/rec/play/Sb9eAJhb_PNu1BUTolFtnJAM43k-xLs3JcKn5cxouParCm3LljyNzqzH3xboFTj3q-Jc31zYaWiOAQwp.MifNgsofyQTQYkYn?continueMode=true&_x_zm_rtaid=nv4hwzFyTtauxB4xVK2NEA.1637284522421.28da3581ba41b3c5dc5c5c13df7e3f27&_x_zm_rhtaid=839

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