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Cuando la música flota en el aire

Entre apasionados acordes  y pausas serenas, el violín recrea la esencia misma de Patricia Lampropulos, que comenzó a formar parte de la Comunidad USAL en el año 2006 como becaria en la Orquesta Sinfónica de la Universidad del Salvador (USAL).

Por esa época, además de estudiar violín trabajaba en la Biblioteca del Conservatorio y fue ahí que se enteró que se encontraba abierta una Convocatoria para formar parte de la Orquesta Sinfónica de la USAL y no lo dudó: “vine, me probé, me recibieron y ahí empecé. Comencé con un nivel muy inferior al que tengo ahora ya que tocar cualquier instrumento lleva tiempo, esfuerzo y constancia. Así que fui avanzando en todo este tiempo y la verdad que el hecho de ser parte de la Universidad me alienta muchísimo. Fue una motivación recibir una beca”. A partir del año 2022 comenzó a formar parte de la planta permanente de la Universidad y “fue una alegría enorme, ya que fue un lindo reconocimiento a eso que vos hacés, y sentís que se justifica el esfuerzo”. Patricia venía de familia de médicos, por lo que no vislumbraba que pudiera vivir de la música, así que para ella haber obtenido primero la beca y después contar con la posibilidad de formar parte del equipo de la Orquesta Sinfónica de la Universidad representó una manera de validar su vocación “Si bien mi mamá tocaba el piano como un hobby y veía como me emocionaba hasta el punto de que se me caían las lágrimas de manera incontenible, no pasaba por la mente de ellos que yo pudiera vivir de la música”. Para Patricia la música flota en el aire y la envuelve en una atmósfera mágica. 

Cuando era adolescente sus padres viajaron por un mes a Japón para asistir a un Congreso de Medicina y “como querían que estuviera entretenida comencé, a aprender a tocar la guitarra por partituras. Recuerdo que la profesora me había dado una página con muchos dibujos que parecían hormiguitas. Y cuando terminé de descifrar de qué se trataba eso, me sentí atravesada, en mi espíritu, en mi corazón. Atravesada por esa belleza, por esa profundidad. Se trataba de una transcripción para guitarra, en re menor, de un pequeño preludio de Johann Sebastián Bach, original para teclado en do menor. Y ahí fue cuando me dije: “yo voy a dedicarme a la música. Y supe que esa era mi vocación.”

Johann Sebastián Bach es su compositor preferido: “fue el autor por el cual decidí hacer música. Aunque no es el único, es el que me marcó, por él decidí dedicarme a la música. Fue algo existencial para mí, fue como una partitura de música de él”. Si bien era bastante joven en ese momento intuía que su familia no iba a estar de acuerdo, ya que ellos sentían que iba a desperdiciar su vida debido a que tenía muy buena performance como alumna en la escuela: había finalizado sus estudios secundarios con un promedio altísimo. “Mis padres me decían que yo era demasiado inteligente y tenía capacidad para estudiar medicina. Con la música tenían el concepto como se mostró en la película “Amadeus” que caracteriza a Mozart como alguien loco. Entonces ellos veían que la genialidad tenía que ver con la locura y el dejarse llevar por la nada misma, y eso está muy lejos de la realidad. Mi papá sentía que para hacer música debía ser una genia. Eso me dolió ya que yo quería hacer música y no veía que la genialidad tuviera que ver con la locura”. 

Patricia es una persona curiosa, le gusta estudiar, le gusta la ciencia y lee bastante sobre temas de divulgación científica acerca de la Sintonía Fina o Ajuste Fino del Universo. “Es espectacular. Nuestra tabla periódica tiene entre sus elementos 90 que se hallan en la exacta proporción que hace posible la vida, y esa proporción no se encuentra en ningún astro fuera de la Tierra. Conocer que la proporción de existencia de los distintos elementos químicos en la Tierra es totalmente anómala respecto a la que se encuentra en el resto del universo, y que esa anomalía es indispensable para la vida, me maravilla. También, nuestro Sol es, de las estrellas que se conocen, la más estable. Y esa estabilidad es la que permite la continuidad de la vida en la Tierra. Es tan abrumadora la exactitud en los pequeños detalles que, si no se cumplieran, todo se caería. Eso es impresionante”.

Para Patricia el violín “tiene una personalidad que les propia, un lenguaje, un sonido que es realmente precioso. Es asombroso, porque siendo una cajita de madera que apenas la tocas sentís que se puede quebrar; siendo tan delicado, sin embargo, puede producir un registro enorme y tiene una gran amplitud dinámica y expresiva. Cuánta música bellísima se escribió para ese instrumento. Toda una fortaleza. ¡Qué paradoja!” 

En la Universidad del Salvador (USAL), además de formar parte de la Orquesta Sinfónica, es la encargada de digitalizar y mantener el orden del archivo de las partituras de 20 años de música que se vienen haciendo. “Es un archivo muy complejo, en el sentido de que tiene mucha diversidad de estilos y de formaciones, de distintos períodos, incluso modernos, contemporáneos, misas, entre otros”. 

También realiza trabajo de edición musical, para la producción de partituras que serán interpretadas por la Orquesta, como fue el caso del “Romance de Santa Fe”, de Carlos Guastavino, interpretada en el concierto del cierre de la temporada 2023, en la Basílica de Luján. Además, también realiza arreglos musicales, como el arreglo para sexteto (quinteto de cuerdas y oboe) del tango “El Viaje”, de Astor Piazzolla, desde una partitura para piano, que fue interpretado por los docentes de la Orquesta en un acto de colación en el Campus Universitario “Nuestra Señora del Pilar” de la Universidad, el día 13 de junio, a pedido especial del Vicerrectorado de Investigación y Desarrollo. 

Para Patricia la Universidad primero es un lugar de prestigio académico y después es ese espacio donde puede sentir que puede conjugar su pasión, la música. “Ya veo cinco líneas juntas y ya estoy en mi mundo. Si tiene cinco líneas ya es como mi idioma. Amo estar envuelta entre partituras, pentagramas”. 


 

Por la Mgtr. Mariana Bonelli, de la Secretaría de Prensa de la Universidad

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