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Déficit cero: objetivo realizable, reducir costes y evitar lo superfluo

El Santo Padre Francisco dirigió una Carta al Colegio Cardenalicio el pasado 16 de septiembre en la que se refiere a la reforma económica de la Curia Romana. En la Carta se pronuncia sobre la gestión de los recursos económicos. La Constitución Apostólica "Praedicate Evangelium" es uno de los Documentos sobre los que se estableció la nueva organización de la Santa Sede, en el cual se precisan los principios rectores y los fines de la misma, sistematizando el proceso de la reforma. "Eclessia semper reformanda"; éste es el espíritu que animó la reforma para garantizar que la Curia Romana asista, de manera eficiente, al Papa Francisco en el ejercicio de su oficio pastoral para el bien y servicio de la Iglesia.

Francisco en la Carta, con el sello de su lucidez y claridad meridiana, junto a su certera exhortación a llevar acciones concretas, ofrece conceptos de altísimo valor y orientación para el desempeño de la gestión en lo referido a los recursos económicos de las Instituciones y Organizaciones. 

En tal sentido, llama enfáticamente a tomar mayor conciencia respecto a que los recursos económicos al servicio de la Misión, son ¨limitados¨ y deben ser gestionados con rigor y seriedad para que no se dispersen los esfuerzos, no solo de quienes son los responsables de administrarlos, sino de todos quienes están comprometidos acompañando los procesos de cambio.

En su Carta, S.S Francisco destaca como principios rectores en la administración de los recursos económicos: la gestión transparente y responsable puesta al servicio de la comunidad, "evitar lo superfluo", esto es "el principio de esencialidad”, la selección de prioridades, el fomento de la colaboración mutua y las sinergias, el seguimiento del modelo de las "buenas familias", la gestión de los recursos económicos con rigor y seriedad. Del mismo modo, señala la imperiosa necesidad de tomar conciencia que se está frente a un escenario que obliga a tomar decisiones estratégicas con un sentido de gran responsabilidad, porque así lo exige el llamado a garantizar el futuro de la Misión.

La observancia de estos principios rectores en el cumplimiento de los objetivos propuestos, significa velar por el bien de cada comunidad, organización o institución. Señala también que son tiempos en los que se requiere de un mayor esfuerzo por parte de todos para que el "déficit cero", no sea solo un objetivo teórico, sino una "meta realmente alcanzable".

La reforma a la que hace referencia S.S Francisco, sienta las bases para la implementación de políticas éticas que permitan mejorar el desempeño económico de los activos existentes, sumado a que cada Institución debe trabajar en la búsqueda de recursos externos para poder cumplir satisfactoriamente su Misión. 

En cuanto a la "reducción de costes", señala que la Institución debe dar un ejemplo concreto para que el servicio y las acciones que lleve adelante se realicen con espíritu de esencialidad, evitando lo superfluo, seleccionando las prioridades y fomentando la colaboración mutua de todos quienes la integran. 

En el Documento S.S Francisco hace mención al reconocimiento de la "dedicación" de mujeres y hombres empeñados en "adaptarse" al movimiento de renovación que "a pesar de las dificultades", y no pocas veces a la tentación del "inmovilismo", esto es la rigidez ante el cambio, hace que ese esfuerzo comunitario y el empeño puesto en el mismo, den, sin embargo, abundantes frutos. 

La centralidad de los conceptos vertidos en su Carta está puesta en la funcionalidad, la racionalización de los recursos, la modernización o actualización acorde con estos tiempos.

Asimismo, recuerda que cada Institución, con sus distintas dependencias, forma un solo cuerpo, por tanto, es una exigencia necesaria en toda gestión que busque el bien de su Institución, la auténtica colaboración y cooperación de todos quienes la integran, única forma de lograr el cumplimiento de sus fines esenciales. 

Revela su preocupación por la gestión de los recursos económicos, la cual no es ajena a las implicancias éticas y morales; es ahondar, en definitiva, en las raíces y las causas de los graves problemas de nuestro tiempo y un llamado a pensar todas las reformas comunitarias e institucionales.

Indudablemente, estas líneas directrices marcadas por el Magisterio del Papa Francisco, constituyen un llamado urgente a actuar con valentía, espíritu de servicio, lealtad y generosidad en el sentido evangélico del término, como condición indispensable para pedir generosidad también al otro. 

En tal sentido, señala también la importante tarea de acompañar a todos cuantos estén implicados en los procesos de transformación. Es un camino que se orienta a mejorar todo lo bueno que ya existe, y un cambio o una reforma que se orienta hacia lo mejor. 


Leer Carta del Santo Padre Fancisco, click aquì 
 

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