El Prof. Néstor Saporiti nos cuenta sobre los desafíos en la traducción de un libro de fábulas
Nestor Saporiti, docente de las carreras de Traductorado en Italiano, fue convocado hace unos meses por un Laboratorio Internacional para traducir al español un libro de fábulas para niños y preadolescentes con AME (Atrofia Muscular Espinal) y sus padres. El original en italiano fue escrito por Jacopo Casiraghi, un psicólogo de Milán que se dedica a acompañar a quienes deben enfrentar el drama de una enfermedad que no presenta horizontes demasiado esperanzadores o, al menos, no en lo inmediato.
El libro se llama “Lupo racconta la SMA”, en el que un lobo, llamado precisamente «Lupo», es atrapado durante una de sus bribonadas por los otros animales del Bosque quienes, para liberarlo, le ponen como condición que les cuente doce fábulas, aprovechándose, además, de sus cualidades narrativas y entretenedoras. Nos cuenta el traductor:
«La experiencia es la primera de este tipo, ya que nunca había traducido textos infantiles ni juveniles y, menos aún, para este tipo de público. Además, el libro, magníficamente ilustrado, será distribuido gratuitamente en diferentes países de América Latina y no solo en Argentina. Los textos dialógicos abundan y fue necesario elegir el registro adecuado; la referencia a flores y animales presentó diferencias de un país al otro, además de otros desafíos.
Me parece útil que tengamos en cuenta cuanto dice Bruno Osimo, uno de los mayores traductólogos italianos contemporáneos, a propósito de la traducción de un texto (la versión en español es mía):
"En el proceso de traducción es necesario que una parte del texto se transfiera intacta (invariante), una parte se transfiera modificada (variante), una parte no se transfiera (residuo) y una parte sea creada (información agregada). Ante la ausencia de una de estas cuatro condiciones, no es posible hablar de 'traducción'" (Bruno Osimo, Manuale del Traduttore, 3a. ed., Editore Hoepli, Milán 2017, pp. 15-16).
A la luz de esta afirmación, en la obra que nos ocupa se han hecho las siguientes opciones:
- Se ha elegido el lenguaje inclusivo solo en lo que respecta a los destinatarios de las fábulas, siguiendo, en esto, el criterio italiano, aunque ausente en el libro: “niños y niñas, adolescentes, padres y madres”. Para estos últimos, el italiano cuenta con el término “genitori”, equivalente a “progenitores” en español, pero que es usado con otro registro lingüístico y prácticamente nunca en obras de este tipo.
- Dada la difusión que la obra tendría en otros países de Latinoamérica, se ha optado por el uso del “tú” y del “ustedes”. El “vos” rioplatense, usado también en Medellín, Colombia, hubiera resultado reductivo, incluso para el interior de Argentina. Por otra parte, los canales de televisión extranjeros usan el “tú” neutro en su programación para niños, lo que hace que no sea incomprensible para los jóvenes lectores rioplatenses.
- En la introducción de Enrico Molinari, al hacer alusión al ambiente de las fábulas –el Bosque- el autor cita un verso del Canto I de la Divina Comedia de Dante Alighieri, contando con la inmediata comprensión de los lectores italianos, que lo citan de memoria. Para los lectores latinoamericanos, en cambio, me pareció oportuno agregar, inmediatamente después de la cita: “como dice Dante Alighieri en su Divina Comedia”; al no tratarse de un texto de estudio o de un ensayo no se consideró necesario apelar a una nota a pie de página.
- Con respecto al nombre de flores, plantas y animales, en algunos casos se prefirió usar las versiones más comunes y genéricas porque es imposible responder a todos los localismos con los que son llamados popularmente. Ej.: el “soffione” en italiano corresponde en Argentina a la “flor del panadero”, pero en otros países latinoamericanos se la conoce como “soplillo”: se optó por el más genérico “flor”, al ser usado como metáfora de fragilidad. O bien la “coccinella” en italiano, que en Argentina es llamada “vaquita de san Antonio”, pero en otros países “mariquita”, que en Argentina tiene connotaciones incluso negativas. Se optó por el más abarcador “cochinilla”.
- Un criterio análogo se aplicó con respecto a los nombres de los personajes, optando por dejar el italiano “Lupo” por resultar más atractivo, sobre todo tratándose del “narrador” de todas las historias, y, al mismo tiempo, porque una de las fábulas ya es protagonizada por un Lobo y su hijito. En otros casos se hicieron adaptaciones, como en “Cascarín”, “Plantina”, la familia “Blanquini”, etc. O bien se prefirieron los más simples “Papá y Mamá Liebre”, “Mamá Jabalí” o “Pequeña Liebre” o “Pequeño Lobo” en el caso de los hijos con AME. Cuando fue posible, se usaron nombres referidos directamente a los animales en cuestión, como en la serpiente “Viperina” y en otros casos se dejaron los nombres propuestos por el autor.
- Se unificó el uso de mayúsculas para los nombres de los personajes y los lugares, ya que en el original a veces aparecen con mayúsculas y otras con minúsculas indistintamente, realizando así un cierto trabajo de edición, incluso en lo que respecta al uso libre de la puntuación.
- En el cap. 4 el título está formado por un juego de palabras que funciona bien en italiano, pero no así en español, además de no contar en este idioma con otro juego de palabras equivalente. Se optó entonces por un título que reflejara el mensaje de la fábula y que fuera igualmente atractivo e invitante para su lectura. Ej.: “Servirsi di quello che serve per servire i propri sogni” fue traducido por “Nunca renuncies a tus propios sueños”.
- En el cap. 6 el protagonista de la fábula, un Lobo, compone, desde su poco nivel de instrucción, una canción para su hijito enfermo. En el original estas poesías no tienen rima, pero en español me pareció adecuado tenerla en cuenta, aun respetando el contenido de las estrofas en el original; es lo que haría un padre sencillo para quien la poesía lo es tal si tiene rima. Ej: “Il papà invece lo pensaba/il suo bel cucciolo perfetto./Tristemente pensava:/’con lui vorrei cacciare!’” se tradujo: “Su papá, en cambio, pensaba/que su cachorro era digno de admirar./Tristemente soñaba:/’¡con él quisiera ir a cazar!’”
- En el cap. 12, se hacía referencia a una leyenda según la cual los humanos toman a las serpientes y las colocan en bolsas para luego arrojarlas al mar. Más allá del simbolismo y el mensaje pensado por el autor, al tratarse de un elemento accesorio a la historia principal, pero sobre todo por las reminiscencias negativas que, sobre todo en Argentina, podrían provocar sobre los lectores, esos pocos renglones han sido quitados, sin por eso haber alterado el mensaje de la fábula.
Concluyo con la confirmación de que cada texto, cada libro, cada historia, es, aun para el traductor más experimentado, un desafío totalmente nuevo, donde los obstáculos no siempre pueden resolverse del mismo modo, porque se traducen significados mediados por culturas vividas en momentos históricos diferentes. Cada nuevo trabajo es, entonces, como una hoja en blanco en la que el traductor transcribe ese diálogo imaginario y triangular en el que, por un lado, le pregunta al autor: “¿Qué mensaje quisiste transmitir?” y, por el otro, le pregunta al lector: “¿Cómo lo podrás entender mejor?”».
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