Guillermo Roux, maestro de la pintura argentina
El domingo 28 de noviembre lamentamos la partida del gran artista plástico Guillermo Roux, amigo de Eduardo Bergara Leumann y fundador del Museo Escenográfico “Botica del Ángel”, dónde se encuentran varias obras realizadas por pedido de su creador.
Una de las obras expuestas es un homenaje a Amalia Lacroze de Fortabat por ser una de las grandes mecenas para los pintores. También fue el encargado de crear el ángel que sería utilizado como logo del museo.
Sus obras serán admiradas por todos los que visiten el Museo Escenográfico “Botica del Ángel”.
Acompañamos a sus familiares y amigos en este triste momento. Que descanse en paz
El último año Guillermo Roux prometió mostrar en el 2022 una serie en el Museo Nacional de Bellas Artes de carbonillas y collages con motivos de balsas de náufragos que hablaban de la vida, la salvación, las migraciones, las luchas, las tragedias, el mundo en que vivimos y ese otro mar hacia donde surcaremos cuando ya no estemos más acá.
Nació en Buenos Aires, el 17 de septiembre de 1929. De chico observaba a su padre, Raúl Roux, guionista y dibujante de historietas de vasta trayectoria, mientras su madre le cebaba mates. Fue ella quien le enseñó a “correr la gotita de agua en la acuarela”. Fue ahí cuando Guillermo Roux comenzó a empuñar los pinceles en su casa de Flores. En 1948 ingresó a la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano”, donde fue alumno de Lorenzo Gigli y Corinto Trezzini.
A los quince años entró como ayudante en la editorial “Dante Quinterno”. Ya entonces se destacaba como un colorista excepcional. Dante Quinterno le confiaba las portadas de la revista Patoruzito. Fue ahí donde se descubrió pintor, cuando ante una tormenta no pudo más que traducirla en manchas. “El problema del color es cuál es el que te habla de lo que yo te quiero hablar. No lo podés decir con palabras; lo dice el color”, recuerda en el libro Guillermo Roux en sus propias palabras.
A los 23 años tuvo su primera exposición en la galería Peuser, dedicándose luego a la recreación pictórica de los monumentos y los museos de Italia como forma de descifrar la Historia del Arte. En 1956 viajó a Roma donde pasaría los siguientes cuatros años en la bottega de Umberto Nonni, en Via Flaminia, como ayudante en obras de decoración y restauración. Además de aprender y practicar técnicas medievales y renacentistas, este período inaugura una etapa de investigación en bibliotecas y museos, donde se empapó de la historia de pintura.
En 1960 volvió al país y se radicó en Jujuy con su primera esposa, Lina Guccerelli. Allí, nació Alejandra, su única hija, que heredó de su padre y de su abuelo la vocación por el arte. Trabajó como maestro en escuelas primarias.
Más tarde viajó a Nueva York donde vivió un año trabajando con la ilustración. A su regreso a Buenos Aires se separó de su esposa. En 1967 conoce a Franca Beer con quien se casa. Ella lo acompañó a llevar su obra por el mundo. Fue ahí que comenzó a dedicarse al arte a tiempo completo.
El primero en reconocer su ya vasta obra pictórica es el crítico de arte Rafael Squirru, que lo llevó a exponer en la galería Bonino de Buenos Aires, en 1972. Ingresó a la escena internacional en 1973, cuando expuso en Marlborough Fine Arts en Londres y al año siguiente en Munich. En 1975 ganó el Primer Premio Internacional de la “XIII Bienal de San Pablo”, Brasil. Luego realizó numerosos viajes a París, Roma y Sicilia. Realizó muestras en 1977 en Jeanne Bucher, en París, en 1982 expuso seis acuarelas en el Pabellón Internacional de la 40º Bienal de Venecia, en 1988 en la Phillips Collection, en Washington D.C., Estados Unidos y en 1990 en la KunstHalle de Berlín. Obtuvo el Premio Palanza otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes en 1979 y el Konex de Platino.
En nuestro país, en 1996, realizó una muestra retrospectiva en el Museo Nacional de Bellas Artes. En 2005 inauguró “Homenaje a Buenos Aires”, un gran mural de 12 metros por 5,40 de alto, en un edificio construido por César Pelli en avenida del Libertador y el pasaje Della Paolera.
Sus obras llegaron a las galerías y museos más prestigiosos: Marlborough Fine Arts en Londres, Buchholz en Múnich, The Phillips Collection en Washington, Galerie Denise Cade en Nueva York, y Galerie Jeanne Bucher París. Caracterizado por una gran versatilidad en las formas de expresión, realizó dibujos, acuarelas, témperas y collages. Guillermo Roux alcanza depurados grados de percepción en los grafismos y los colores que fijan la tonalidad. El conjunto de su obra manifiesta una fuerte influencia del surrealismo. En su obra se destacan “El collar de perlas” (1975), “La valse” (1977), “Isolabella” (1992), “Paisaje con el Etna” (1998) y “Maja y torero con instrumentos musicales” (1998).
En la década de 1990 realizó una obra de gran tamaño titulada “Mujer y máscaras”, que está expuesta en las Galerías Pacífico de la ciudad de Buenos Aires, con la temática de arlequines y comediantes italianos, incursionando en el surrealismo (figuras tapadas, escondiendo sus caras). Otra obra de grandes dimensiones es La Ronda, una tela de 2,5 metros por 4 que está expuesta en la entrada del Palacio Duhau, donde funciona el hotel Park Hyatt. Su última obra monumental es “La Constitución guía al pueblo”, un mural de 7 metros por 3,5, realizado para decorar el recinto de la Legislatura de Provincia de Santa Fe.
En 1982 recibió el Premio Konex de Platino como el más importante pintor surrealista de la historia en Argentina. En 2007 fue designado por la Legislatura Porteña como "Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires". Fue miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes. En 2011 realizó el mural "La Constitución guía al pueblo”, instalado en la Cámara de Diputados de Santa Fe.
“No se puede negar que el mundo de hoy trae una cantidad de elementos, materiales, formas, que son muy diferentes a los de antes. No se pinta con pincel, el pincel no se usa, el lápiz se usa poco, el grafito se usa poco y antes era muy común. El dibujo es una forma de conocimiento, es conocer a través de la forma lo que estamos viendo. Hoy es un momento muy complejo, que requiere de los artistas un profundo conocimiento de la historia del arte. También haría falta que se supiera dibujar bien, que se comprendiera la geometría, que se entendieran las relaciones zonales del color, no para repetirlo si no lo sienten, sino como una base necesaria en lo que deben estar fundadas las nuevas formas de expresión. El artista debería tener una visión panorámica, muchísimo más amplia y profunda. Ahora hay otros medios, pero no eliminan el conocimiento que hay que tener de las cosas. Si hay geometría atrás del dibujo, es que el dibujo expresa el verdadero contenido. El mundo es geometría, triángulos, cuadrados, círculos. La representación es un adorno de la geometría. Todo lo que vemos es geometría, adornado por el color, la forma de expresión, la belleza de lo que se ve. La geometría es lo que estructura el mundo que vemos”, Guillermo Boux.
Fuente: Wikipedia. La nación. Infobae. Clarín. Cultura.gob.ar
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