Introducción a la estética del Romanticismo alemán

En el Campus “Nuestra Señora del Pilar”, el 13 de mayo y 10 de junio, se llevó a cabo el Curso de extensión: "Introducción a la estética del Romanticismo alemán", a cargo del Prof. Alejandro Peña Arroyave, doctorando y profesor de Antropología en la Escuela de Filosofía de la Facultad de Filosofía, Letras y Estudios Orientales.

El curso tuvo como objetivo que los asistentes puedan comprender el contexto en el que surgen los planteamientos poético-filosóficos del romanticismo; la discusión conceptual entre romanticismo e ilustración; problemas y conceptos centrales de la filosofía y la estética del Romanticismo alemán; los cambios que la estética del romanticismo supuso para el arte Occidental y algunos efectos posteriores de la estética del romanticismo para el arte y la filosofía. 

Abierto a la comunidad en general, el curso se centró en el movimiento poético-filosófico que resulta fundamental en la historia del pensamiento occidental, no solo porque se inserta en una dura crítica a la racionalidad moderna, sino porque, y por ello mismo, potencia aún más los alcances del proyecto moderno abriéndolo a gran multiplicidad de posibilidades que ya no serán abarcables exclusivamente por la razón teorética. 

El Romanticismo parte de la conciencia escindida del hombre frente a la naturaleza. Pero a diferencia de la racionalidad ilustrada, atenderá, antes que, a la ciencia y la filosofía racional, al sentimiento y la imaginación, es decir, al arte, para la búsqueda de una reunificación. Así, se liberarán las potencias creadoras del hombre y la esperanza de lograr por vía de la creación, del arte, lo absoluto. Con ello surge una amplia constelación de problemas nuevos para el pensamiento, dentro de las cuales la figura del genio, entendido como hombre que en tanto creador podría ser el mediador absoluto, resulta fundamental. Esta figura experimenta el fracaso de su proyecto y la caída en la desgarrada conciencia de finitud y de imposibilidad. El arte liberado desde el Yo absoluto —absolutizado— del genio será ya no la vía para la reunificación, sino el irónico y autorreferencial juego de una subjetividad autodivinizada con una realidad que le resulta esquiva.