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“La formación integradora, la relación con docentes y compañeros fue una gran contribución positiva”

Marilen Osinale siempre sintió una vocación de servicio. Durante la adolescencia realizaba actividades de voluntariado, comunitarias. Consideró estudiar la carrera de Psicología en la Universidad del Salvador como una posibilidad de adquirir herramientas y conocimientos para continuar haciéndolo el resto de su vida. 

En una entrevista virtual con la Secretaría de Prensa nos contó que cuando estaba en la escuela secundaria leyó su primer libro de psicoanálisis. “Me fascinó y comencé a leer aún más. Sentí una gran curiosidad y la importancia de comprender al ser humano para luego ofrecer un servicio que ayudé a la gente a mejorar su calidad de vida, aliviando el sufrimiento. Comencé estudiando en Bahía Blanca, ya que soy de un pequeño pueblo, Coronel Dorrego, que se encuentra cerca de allí. La sede de la USAL es muy reconocida en la zona y no dudé en anotarme”.  

Para estudiar en la Universidad trabajó desde el inicio. “La USAL siempre fue muy flexible con aquellos alumnos que trabajan y me dio la posibilidad de hacer ambas cosas. Aun trabajando muchas horas por día podía organizarme para estudiar”. Se recibió con “Diploma de Honor” y nunca desaprobó un parcial. Aunque señala que no fue fácil, pero sí posible. La dedicación y el esfuerzo dio sus frutos.

De sus años como estudiante en la USAL valora la integración, “la variedad de teorías y abordajes que la Universidad brinda es importante”. Considera que para poder elegir hay que conocer, “y esta posibilidad la tenemos como estudiantes desde el primer año de la carrera”.

Remarcó que “desde un inicio como alumnos desarrollamos una capacidad analítica que a mi punto de vista es la base fundamental para trabajar como psicólogos. Hay profesores con una larga trayectoria que transmiten su experiencia clínica y esto contribuye a la calidad del aprendizaje. Aprendemos un contenido actualizado que permite estar en contacto con aquello que se estudia en otros lugares del mundo”. 

Una vez graduada decidió continuar estudiando en la USAL. Inició con la “Especialización en Evaluación y Diagnostico” porque le ofrecía una base sólida para iniciar la práctica clínica. Luego realizó el “Ciclo Pedagógico Universitario” y una vez que ya tenía el título, comenzó inmediatamente a trabajar como psicóloga en la Obra Social de las Fuerzas Armadas en la Unidad de Asistencia a Víctimas de Violencia Familiar. “Aquí atendía muchos pacientes por semana. Seguí estudiando según lo que me convocaba con cada paciente. Con la idea de focalizar mi profesión en el abordaje de la violencia, realicé también otros posgrados sobre la temática y una pasantía en el Hospital Elizalde”. 

Casi sin darse cuenta, la USAL se convirtió en su segundo hogar. Luego de graduarse continuó estudiando y posteriormente trabajando como docente. “La formación integradora, la relación con docentes y compañeros fue una gran contribución positiva. Las puertas de la facultad siempre están abiertas y esto me ayudó a seguir creciendo y desarrollando mis habilidades tanto profesionales como humanas. Aún hoy es así”. 

Actualmente se encuentra desempeñando funciones en Palestina (Medio Oriente) para Médicos sin Fronteras donde ofrece servicios de psicoterapia y soporte psicológico en una clínica de salud mental para casos moderados y severos. “Trabajar en Palestina significa ser testigo constante de las consecuencias de la guerra y la ocupación, como esto afecta en la vida cotidiana de las personas. El motivo por el que Médicos sin Fronteras tiene este proyecto allí es porque el impacto del ambiente hostil es estresante y muchas veces traumático para la población. Además, porque hay una necesidad de asistencia; no hay servicios de salud mental especializados que ofrezcan este servicio a la población. Un aspecto totalmente opuesto a la realidad que vivimos en Argentina. 

En Palestina no sólo hay gente con trastornos mentales sino también personas que sufren cuando son víctimas de violencia, directa o indirectamente. El testimonio es una segunda parte importante del trabajo humanitario, compartir aquello que escuchamos, vimos, sentimos estando en una misión. 

Para trabajar allí como psicólogo es fundamental conocer la historia, el contexto, la cultura árabe y la religión musulmana. En mi caso, trabajé con una mediadora cultural con quien desarrollamos una relación muy profunda de intercambio entre psicología y cultura. Médicos sin Fronteras trabaja en Palestina hace muchos años, fácilmente se ve el impacto positivo de las intervenciones en la clínica”. 

“Médicos sin Fronteras” considera que la salud mental es una respuesta esencial al sufrimiento humano, por eso creen que debe ser parte integral de la ayuda humanitaria y de los cuidados médicos.  En la entrevista le consultamos ¿qué personas son más vulnerables a los trastornos de salud mental? señalo que “en cualquier contexto donde no se respeten los derechos humanos las personas son vulnerables, sea a sufrir o a desarrollar trastornos mentales. Como es en el caso de Palestina, crecer en un contexto ocupado, donde la violencia es cotidiana, bajo control militar y donde el derecho a la libertad no es posible para todos. El concepto de trauma transgeneracional es claro, hay al menos tres generaciones viviendo en estas condiciones”.

Para Marilen Osinale el trabajo humanitario implica una gran flexibilidad, tolerancia a experiencias dolorosas que generan frustración y también conocer los límites entre lo que uno quisiera hacer y lo que se puede. En su caso, adaptarse a una cultura diferente le encanta, aunque señala que nunca es fácil. “Siempre puedo aprender cosas nuevas de la vida, de los demás y de mí misma. También encuentro que quien soy puede ayudar a alguien, aunque sea alguien de una cultura diferente. A fin de cuentas, aprendí que el dolor humano, es el dolor humano en todos lados.

Estudiar otros idiomas es fundamental. Yo tuve que aprender que lo más importante es comunicarse y hacerse entender, a nadie le importa de verdad que lo hagas de forma perfecta”.

Durante este año trabajó durante la pandemia del COVID-19. Como a todos alrededor del mundo, esto impactó en el trabajo cotidiano moviéndose de trabajo remoto a presencial y ofreciendo lo que podía. 

Vive lo que soñó y hoy cuida eso que tanto deseo y trabajó por vivir. “Compartir experiencias, inspirar y promover cambios es algo que quiero. En mi caso no fue fácil estudiar y trabajé mucho, tuve periodos de trabajar 12 horas por día mientras vivía en Buenos Aires. Creo que siempre hay recompensas cuando hacemos las cosas no sólo para nosotros mismos, sino también para los otros. Quiero seguir aprendiendo y crecer. Anhelo hacerlo para compartirlo con quien pueda necesitar de mi trabajo”. 

Para finalizar la entrevista les dejó a los alumnos de la USAL un mensaje “la dedicación, aguantar durante momentos difíciles; perseverar cuando no logramos lo que deseamos es esencial. Ir por lo que uno aspira también cuando parece imposible conseguirlo. 

La calidad de formación que tenemos los psicólogos en Argentina es muy valorada alrededor del mundo porque desarrollamos una capacidad analítica muy profunda. Hay muchas materias que a veces como alumnos no encontramos el sentido, pero lo tiene. 

Analizarse, hacer terapia o trabajar sobre sí mismo para conocerse es la herramienta más importante junto con el conocimiento académico. Esto permite descubrir qué habilidades tenemos y qué tenemos para ofrecer a los otros. No es lo que hacemos, sino cómo y por qué lo hacemos". 
 

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