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“No me imagino el futuro sin estar en la Orquesta”. Entrevista a la Dra. Mariela Trinchero, violinista de la Orquesta Sinfónica de la USAL

Hace 19 años que la Dra. Mariela Trinchero es violinista en la Orquesta Sinfónica de la Universidad del Salvador (USAL). En esta oportunidad, la Secretaría de Prensa mantuvo una conversación acerca de su dedicada carrera científica y su pasión por la música. 

Mucho antes de ser investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Mariela Trinchero encontró su pasión en el violín. De pequeña, concurría con frecuencia al Teatro Colón acompañada de su padre. “Una vez nos tocaron unos asientos muy cerca de la Orquesta de jóvenes de Nueva York. Y presencié a un violinista muy cerca mío y quedé fascinada. Me acuerdo que le dije a mi papá, “yo quiero tocar ese instrumento”. En ese sentido, la conexión fue inmediata: recordó como al ponérselo al hombro se sintió cómoda al instante. “Yo lo elegía a él”. 

Mientras se formaba como violinista, estudiaba la carrera de Bioquímica en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Junto con la música las neurociencias fueron otra pasión desbloqueada a muy temprana edad.  “El cerebro me parecía un órgano fascinante que nos permitía hacer todo lo que hacemos, desde movernos hasta tener un recuerdo.” En ese sentido, aprender a tocar este instrumento fue muy importante para ella, ya que se sentía muy conectada con la música. Incluso cuando quiso tomarse un descanso del violín para enfocarse en sus estudios, su pasión fue más fuerte y no tuvo otra opción que volver.  “Mientras estudiaba bioquímica, me contaron que había una Orquesta Sinfónica en la Universidad del Salvador. Y aunque no habían llamado a audiciones en ese momento, estaba determinada a volver a tocar. Por eso hablé con la Licenciada Cinthia Rolón, que es la Coordinadora. Y les pedí si me podían escuchar. Fue una audición así medio de sopetón (se ríe)”. Haciendo memoria de esa primera vez en la USAL, subrayó que a veces no hay que ser el mejor sino, escuchar a la pasión. Y bajo la dirección del Maestro Ricardo Sidelnik, Mariela Trinchero tocó el violín, con las ansias de hacer escuchar su arte. Todavía recuerda la generosidad del Director, al darle un lugar en la fila de segundos violines. “Me acuerdo la sensación de decir: “volví”. Y de que el alma me volvía al cuerpo”.

Para poder sostener el desafío de pertenecer a la Orquesta Sinfónica de la Universidad mientras se formaba en sus estudios, Mariela destaca el acompañamiento de su equipo en la USAL: “A lo largo de mi carrera, tuve la suerte de poder seguir gracias tanto a Cinthia Rolón como Ricardo Sidelnik, que me apoyaron muchísimo. Toda la parte humana es muy importante para que lo profesional sea mejor. Ellos presenciaron mis etapas cercanas a la graduación. Me entendían y se preocupaban en que me vaya bien. Creo que tener un entorno así es muy importante para hacer lo que uno ama. Nos favorece y nos potencia.” 

Tiempo después, Trinchero comenzó un Doctorado en Neurociencias, para abocarse por completo en su otra pasión: el estudio del cerebro humano. “Me fascina mi doctorado. Me enfoqué en entender cómo afecta al envejecimiento en el cerebro y un poco como revertir eso, con distintas estrategias.” Como investigadora ha sido invitada a nivel internacional en Europa para brindar conferencias basadas en su perspectiva en el campo de las enfermedades neurodegenerativas. “Mi trabajo se enfoca en el hipocampo, el área del cerebro afectada por el Alzheimer. Esta área es la que falla cuando una persona empieza a tener esta enfermedad y esto lleva a la pérdida de la memoria.” Es importante para Trinchero, entender bien al cerebro para poder generar avances. “Con el Alzheimer, no hay tratamiento eficiente. Necesitamos ir un poquito para atrás. Y en vez de probar drogas a mansalva y ver cuándo funciona, tratar de entender: ¿Fallan las conexiones entre las neuronas? ¿Se mueren, se desconectan? ¿Qué es lo que está pasando? Eso es lo que estudio”.

Sin embargo, en algunas ocasiones ha sido cuestionada por la elección de sus vocaciones, ser violinista y neurocientífica a la vez. Por eso, Mariela Trinchero afirma que la ciencia tiene mucho de arte y el arte tiene mucho de ciencia. “Me parece que es un gran complemento y que los seres humanos no somos una cosa y no tendríamos que elegir una sola pasión”. A su vez, destaca como su lado artístico complementa su profesión científica. “Un neurocientífico necesita mucha imaginación, mucha creatividad, mucha disciplina. Y también uno necesita espacios de dispersión. Porque si uno tiene el cerebro ocupado todo el tiempo en algo, es como una lupa y no podés salir de ahí. Y si nos fijamos, los mejores y grandes científicos del mundo, todos tenían alguna especie de salida. La escapatoria artística.” Por otro lado, el violín, también tiene su parte científica, la Doctora explica que tiene una física implicada que requiere de mucho estudio y disciplina. “Es un instrumento que tiene muchos aspectos, es difícil, metódico. Hay que estudiar las escalas, cómo mover el arco. Al igual que con las ciencias, con el violín hay que seguir estudiando y aprendiendo todo el tiempo. No se termina nunca. Es un viaje sin fin.” 

De ser violinista, enfatiza que el instrumento es muy desafiante, y eso la impulsa. Simultáneamente, el estudio del cerebro acompaña esa motivación: “Es un instrumento del cual yo siempre estuve enamorada. Poder hacerlo yo misma me resulta increíble. Y eso es gracias al cerebro que va cambiando y se va adaptando y generando nuevas conexiones que te permiten, por ejemplo, tocar el violín”. Así mismo, ser parte de la Orquesta en la Universidad del Salvador, es una experiencia enriquecedora. Cuando le preguntamos acerca de su futuro en la Orquesta, hizo hincapié en lo valioso que es tener un amplio repertorio. “Algo que me parece muy valioso para todos los músicos es que el Director elige obras muy distintas. A veces tocamos tango sinfónico, gala lírica, o un rock adaptado. Y a veces tocamos una sinfonía. No me imagino el futuro sin estar en la orquesta”.

Para finalizar, agregó que en la Orquesta Sinfónica de la USAL se formó una familia. A nivel humano. Se siente la dinámica del grupo que impacta en la música. “Estamos transmitiendo emociones. Transmitiendo lo que sintió otro compositor. Y lo que recibe el espectador es otra cosa que va a depender del contexto que esté viviendo. Tocar así, hacer arte, es muy conmovedor. La gente se emociona hasta las lágrimas. Me encanta que nosotros como orquesta seamos los que transmitimos esto y lo mantenemos vivo a lo largo de los años”.


Por Jazmín Sily, estudiante de Periodismo de la USAL en el marco de las prácticas educativas de capacitación.
 

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