Días de Radio
Este jueves se cumplió un siglo de la primera emisión de radio realizada en la República Argentina
El 27 de agosto de 1920, cien años atrás, se realizó la primera transmisión radial en Buenos Aires. No fue desde una emisora, sino desde el Teatro Coliseo, cuando apenas pasadas las 9 de la noche, Enrique Telémaco Susini anunció el festival sacro de Richard Wagner, Parsifal, acompañados por la orquesta del teatro Costanzi de Roma, dirigida por el maestro Félix von Weingarten.
Durante casi diez décadas, la radio mantuvo su esencia intacta: la “magia” de la voz transitando el éter y llegando a oídos del púbico atento. La fascinación de ese contacto íntimo, en el auricular del “walkman”, el pasacasete del automóvil y ahora en el teléfono celular. Ese registro de indicialidad, de algo que está ocurriendo en este instante. La tecnología electrónico-analógica vio crecer a las audiencias en forma exponencial: medio insignia en la primer posguerra mundial, cobró una inquebrantable fuerza durante los años 40 y 50, como eje de la vida familiar y de las costumbres de consumo mediático de la clase media argentina. Los años 1940 fueron una época de oro para la radiofonía. La campaña electoral de 1946, que llevó al triunfo a Juan Domingo Perón, fue la primera que tuvo a la radio como escenario central. También el radioteatro se impondría como género dramático de masas, hasta la difusión de la televisión dos décadas después. Debuta Niní Marshall con sus primeros personajes "Cándida" y "Catita”.
Pero en los años 60, con el advenimiento de la televisión, la radio se redefinió en sus funciones, horarios y públicos, orientándose más a la información y la música y menos a los espectáculos dramáticos. La radio se establece sólidamente en el horario de la mañana, franja a la que recurre una audiencia necesitada de obtener noticias recientes de primera mano. En la década siguiente, la Frecuencia Modulada (FM) ganará adeptos, sobre todo del público joven, algo que seguirá creciendo durante la época de los años 70 y 80.
Y será finalmente en los felices 90, en los que la radiodifusión encontrará dos grandes cambios: la hiper-segentación de audiencias, y el advenimiento de Internet. Distintos programas para distintos públicos: para hombres, para mujeres, para solteros, para taxistas, para amantes del deporte. Enfocados al humor, la política, las relaciones humanas, la actualidad o la economía. Es un momento en que la radio encuentra la plenitud de su diversidad y un pico de calidad tecnológica; este último facilitado por la apertura de Argentina al mundo y la paridad cambiaria que promovió el acceso a nuevos avances en el sector.
Sobe lo digital, observamos un cambio fundamental: hasta la inserción de las webcams en los estudios de radio, este medio era solo para escuchar. Internet le puso cara a los locutores, y de pronto, la voz adquirió un rostro. Y algunos de ellos se volvieron muy famosos. Muchos de ellos, verdaderas celebridades que también empezaban a ganar espacio en las revistas de variedades. Las cámaras en los estudios quitaron algo del misterio de la radiofonía, pero nos sumaron a la “trastienda” del fenómeno radial: ahora podíamos ver que los periodistas hablan con todo el cuerpo. Sonríen. Fruncen el ceño y gesticulan, aunque lo único que viajaba antes era su voz. Internet y su tecnología los hizo palpables.
La última parada, fue la multiplataforma. La economía distribuida de los años 2000: la asimetría de la radio tradicional se vio quebrada por Napster (primero), Youtube (luego) y Spotify (después). Todos pudimos empezar a armar un play list como verdadores DJs, hacer streaming de audio y video. Transformarnos en locutores de nuestra propia vida haciendo un videolog, o compartir pensamientos motivacionales a través de un podcast. El sueño de la propia emisión de radio es un hecho cotidiano, de la mano de Audacity y Spotify.
Hace sólo 10 décadas, se iniciaba un camino solitario en el techo de un teatro, que hoy nos encuentra conectados y con todas las posibilidades técnicas y creativas a nuestro alcance. Y el futuro aún es impredecible. Pero cada tanto, manejando por la ciudad, escuchamos una canción que nos gusta, y apretando un botoncito, subimos el volumen. Y por un instante sentimos esa esencia de la radio, esa magia que perdura aún en nuestros días.
Mg. Máximo Paz
Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social
Web: http://fcecs.usal.edu.ar/
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