Francisco y universidad: su legado
Los jesuitas en Argentina atentos al pedido del Concilio Vaticano II, que exhortaba al conjunto de la Iglesia a volver a las fuentes y revisar los compromisos que se tenían en esa época, concluyeron que no podían seguir haciéndose cargo del gobierno de la Universidad del Salvador (USAL) que había sido fundada en 1956 en Buenos Aires. Al Padre Jorge Bergoglio S.J le correspondió la exigente tarea de concretar esa decisión en nombre de la Compañía de Jesús, traspasándola a un grupo de laicos en 1974. En esas circunstancias, el Padre Bergoglio ofrece un conjunto de orientaciones contenidas en la Carta de principios: Historia y Cambio. En dicha Carta se proponen tres lineamientos que deberían de ahí en más regir a la Universidad del Salvador en su nueva etapa.
El primero es la “lucha contra el ateísmo”. Expresión fuerte, dicha con un tono beligerante propio de ese tiempo, que hoy sería raro encontrar en boca de Francisco que aborda la increencia con otro lenguaje y con un cambio en el enfoque, insistiendo en el diálogo y el encuentro.
El segundo lineamiento se refiere “al avance mediante el retorno a las fuentes”. O sea, tener presente los fundamentos originales del Evangelio y aquellos valores que con el correr del tiempo pueden haberse debilitado. Finalmente, el tercer principio sostiene el “universalismo a través de las diferencias” cuestión que va a ser muy tratada por Francisco ya en su tarea de servicio a la Iglesia Universal.
Posteriormente, el Padre Bergoglio hace una relectura actualizada de la Carta de principios con ocasión de los diez, y luego veinte años de su publicación. Y al cumplirse los cincuenta años de su publicación –ya en su condición de Sumo Pontífice– invita “a cada miembro de la Universidad del Salvador a dar testimonio de su identidad ignaciana”.
Finalmente, una actividad menos conocida del Padre Bergoglio que podemos conectar con la vida universitaria es la que realizó estando brevemente a cargo como Rector del Colegio Máximo de San Miguel, Prov. de Buenos Aires. En ese momento Bergoglio organiza en 1985, junto con el Padre Juan Carlos Scannone S.J. –uno de los principales teólogos de la Argentina– un congreso internacional en el que pronuncia las palabras inaugurales. El congreso abordó la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio. Dos temas que han tenido en el pensamiento de Jorge Bergoglio una notable continuidad.
La universidad: laboratorio cultural
Las enseñanzas en relación a las universidades de Jorge Bergoglio en cuanto Papa fueron numerosas, mediante intervenciones puntuales, discursos, pequeñas cartas, homilías. Son de carácter circunstancial, pero ofrecen una variada cantidad de apreciaciones y orientaciones. Una de las últimas fueron la dirigidas a la Universidad Gregoriana [ ver: https://noticias.usal.edu.ar/es/universidad-vision-y-objetivo ] .
Ahora bien, si buscamos un texto central y sistemático para conocer el pensamiento de Francisco acerca de las universidades hay que acudir a la Constitución Apostólica Veritatis Gaudium del año 2017. Allí , Francisco nos brinda una definición muy sugerente: la Universidad como un “laboratorio cultural” que sea capaz de afrontar las “grandes preguntas y desafíos de nuestro tiempo”, y un llamado a participar en los espacios “donde se conciben nuevos relatos y paradigmas”. Para Francisco la peculiaridad de nuestra época está marcada por una doble crisis: antropológica y ambiental.
Criterios fundamentales
En este horizonte amplio e inédito, Francisco establece los criterios fundamentales que contribuyen a la marcha de las universidades que aquí sintetizamos en tres.
El primer criterio es suscitar el diálogo sin reservas, “no como una mera actitud táctica, sino para promover una auténtica cultura del encuentro”.
Otro criterio que se señala es la interdisciplinariedad para superar la fragmentación del saber “no sólo en su forma `débil´, de simple multidisciplinariedad, como planteamiento que favorece una mejor comprensión de un objeto de estudio, contemplándolo desde varios puntos de vista; sino también en su forma `fuerte´, de transdisciplinariedad”.
Un tercer criterio invita a “trabajar en red” incorporando la aportación positiva y enriquecedora de las realidades más periféricas en perspectiva bilateral, o sea en una interacción de ida y vuelta de escenarios. En ese sentido, los aportes desde una universidad católica consisten en ampliar los horizontes posibilitando una visión capaz de integrar “cabeza, corazón y manos”. Asimismo, una universidad católica, como parte del conjunto eclesial, debe distinguirse por ser una “universidad en salida” con particular atención a los más vulnerados.
Para concluir, recurrimos a las palabras de Francisco, dirigidas en 2016 al Colegio Filosófico-Teológico St.Georgen, Alemania, en que casi coincidiendo textualmente con el lema de la Universidad del Salvador –scientiam do menti cordi virtutem– manifestaba que la universidad es un “campo de crecimiento espiritual y humano, donde se hace posible la formación de la mente, así como la formación del corazón”.
Mg. Eloy Mealla
Seminario Permanente Pedagogía Ignaciana
Vicerrectorado de Formación
Universidad del Salvador (USAL)
- Inicie sesión para enviar comentarios