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SECRETARÍA DE PRENSA
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Presentación del libro "Bioética, Religión y Estado. Notas para la pospandemia"

El 23 de agosto y en ámbito del Rectorado de la Universidad del Salvador, se realizó la presentación del libro Bioética, Religión y Estado. Notas para la pospandemia, autoría del Rabino Dr. Fishel Szlajen.  El evento se inició con unas palabras de presentación de la Vicerrectora Académica, Romina Cavalli, quien sostuvo “Recibir esta tarde en nuestra Casa al Rabino Fishel Szlajen representa para nuestra comunidad una verdadera distinción. Ya lo recordaba un distinguido profesor de esta Casa, luego Rector, el padre Ismael Quiles S. J. quien afirma en su obra La Educación Personalista en la Universidad que “La Universidad es la institución de nivel superior reflexivo sobre los problemas humanos, científicos y técnicos. Solo en a la Universidad se puede hacer reflexión superior sobre el ser del hombre, su esencia y su ubicación en el universo y en el sentido de la vida”.

A continuación, el Pbro. Rubén Revello, Director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica Argentina, comenzó su alocución recordando que “Cuando se me pidió poner un marco contextual para la comprensión del título del libro “Bioética, Religión y Estado”, rápidamente vino a mí memoria, el drama griego de Antígona. En esta obra de Sófocles, la protagonista debe decidir entre seguir la ley del rey Creonte o seguir las leyes religiosas; ella se dirá se decidirá por respetar su conciencia y la ley de sus dioses. Esta disyuntiva entre la religión y las leyes del estado se va a repetir como una constante a lo largo de todo el Antiguo Testamento, siendo uno de los ejemplos más preclaros la persecución y martirio de Eleazar y de los 7 hijos de la madre viuda, quienes prefieren enfrentar la muerte antes que traicionar su fe.

Con el cristianismo ambas fuentes normativas comienzan a distinguirse entre sí (al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios), luego, con el primer cristianismo San Pablo invita a respetar a las autoridades y a colaborar con ellas -también a dar primacía a la religión antes que el estado. La Revolución francesa con la tríada “libertad, igualdad y fraternidad” avalada por el iluminismo, fue poco a poco quitando toda referencia metafísica del horizonte civil, hasta volver antagónicos al estado y las religiones. Al negar la fundamentación de la ley civil en el derecho natural -que lo acercaba al pensamiento religioso-, se cayó en un derecho consuetudinario o pacto social, sin ninguna referencia a la verdad o al bien, sino sólo a la fuerza de la mayoría. Este olvido de la naturaleza humana, a quien más ha perjudicado es al mismo estado que se ha negado a todo aporte metafísico que le puedan hacer las religiones que son con sus 5000 años, expertas en humanidades. Le encíclica de 1885, Inmortale Dei, Trata propiamente el tema del roll del estado y el aporte de la religión a su enriquecimiento. Un estado que se autoproclama juez y parte sólo en base a la mayoría que lo sustenta, se transforma en un verdadero cíclope, con una gran fuerza bruta pero una mirada de un solo ojo qué le impide ver la profundidad y complejidad del ser humano”.

Posteriormente, Guillermo Jensen, Director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Jurídicas, agradeció a las autoridades presentes y a la concurrencia por su participación en el evento, al tiempo que puso de relieve “la dimensión de intelectual público que el Rabino Fishel ha adquirido en los últimos años. La obra que hoy presentamos refleja el modo claro, firme y comprometido con la que el Rabino Fishel interviene en una amplia agenda de temas actuales, apoyado en el virtuoso diálogo entre una tradición religiosa como la judía y el conocimiento filosófico y científico más actual. Fishel nos inspira a quienes desde otras tradiciones religiosas y desde el ámbito académico intentamos participar de los debates públicos de nuestro tiempo. Unos años atrás y en el marco de los debates sobre la legalización del aborto en Argentina, yo y tantos otros pudimos apreciar el coraje personal y el vuelo intelectual del autor. Como dije en el prólogo de esta obra, que tuve el inmerecido honor de escribir “Por su coraje para alzar la voz en defensa de la vida, yo y tantos más le estaremos siempre agradecidos”.

Finalmente, el Rabino Fishel Szlajen sostuvo que “En un contexto donde las disputas ya no son sobre contenidos concretos sino por la posibilidad práctica comunicativa y la captación de voluntades, es precisamente allí donde el discurso religioso puede quebrar el actual albedrío esclavo del ciudadano, donde si bien no carecemos de elección, dicha capacidad está severamente afectada por estar al servicio de la vanidad. El discurso religioso contribuye a que la tecnología no esté al servicio de las pasiones desiderativas, asumiendo una función ideológica y encubriendo las disfunciones sociales auto postulando una libertad como exigencia fanática negando toda mutualidad entre humanos. Evita además eludir el valor o la autoridad de la tradición, de la consciencia, restringiendo todo intento de perpetuación de una ideología como sistema y manipulación de la vida cultural. 

Es por ello que hoy la tarea de una crítica a la cultura, cuyo fundamento se encuentre en lo religioso, consiste en reconocer qué tipo de vanidad e idolatría caracteriza a la empresa humana en el presente, tal como oportunamente fue la desacralización y desencantamiento de la naturaleza, de los Baales, los ídolos, los faraones y las monarquías absolutistas divinizadas. La labor es la de promover, ante todo, concepciones fundamentales permitiendo luego generar valores, para la comprensión y aprovechamiento de los avances tecnológicos y culturales, más allá de las habilidades. Esta es la forma donde la tradición y el progreso son solidarios y no antagónicos, resguardando los valores ante la invención o el descubrimiento. Pero para ello, no hay que olvidar que los valores de las civilizaciones históricamente han sido garantizados por las religiones, incluso los hoy considerados seculares como la educación, salud, seguridad, la propiedad privada y la defensa de la vida. Estos siempre han decaído pervirtiéndose cuando se los pretendió escindir de su horizonte el cual trascendía el bienestar individual y social. Allí, el humano se abandonó a sí mismo, a un prometeísmo conducente a una autonomía técnica o ideológica que lo hizo cautivo del deseo y por ende librándose a la codicia, corrompiéndose por profanar su raíz divina. Última y más cruel prueba patente de ello se manifestó durante todo el siglo XX, aunque existen nuevos conatos en el siglo XXI, donde el matar por utilidad o factor reforzador no fue el límite fundamental para cualquier tecnología o conducta, perdiendo no sólo la noción religiosa del ser humano creado a imagen divina, sino también la atea como un fin en sí mismo. Ambas por igual, constitutivas del concepto de dignidad, similarmente basadas en un valor, nunca en un interés".

 

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