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SECRETARÍA DE PRENSA
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Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina
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Adiós Hugo Miguez

Hugo Adolfo Míguez, Doctor en Psicología especializado en adicciones, al ver que su salud se deterioraba a causa del Covid-19 escribió un mensaje con su celular antes de quedar internado en la terapia intensiva del Hospital Italiano. Falleció el 20 de abril a los 75 años.

Graduado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Doctor en Psicología (Magna Cum Laude) de la Universidad de Palermo. Graduado de la Escuela de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica. Fue profesor titular, por concurso de antecedentes y oposición, de la Universidad de Costa Rica. Director del Departamento de Investigación del Instituto Nacional Sobre Alcoholismo de Costa Rica, Centroamérica, desde 1976 hasta 1987
Era experto en epidemiología psiquiátrica. Desde 1986 hasta 2011 fue investigador del CIC en Epidemiologia Psiquiátrica del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - CONICET. Integro Instituto de Drogadependencia de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador. Autor de los libros El espejo de Erised: determinaciones sociales del abuso epidémico de alcohol, Uso de Sustancias Psicoactivas: investigación social y prevención comunitaria, y los Vidrios oscuros de la Droga. Actualmente los alumnos estudian con sus libros. Tiene publicaciones en revistas científicas.
Trabajó en la Subsecretaría de Atención a las Adicciones (SADA) de la Provincia de Buenos Aires de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (SEDRONAR). Colaboró con el Programa de Educación y Prevención en Adicciones del Ministerio de Educación 
Consultor de diferentes organismos nacionales e internacionales vinculados al tema del abuso del alcohol y las sustancias psicoactivas. Trabajó en el abuso de sustancias, especialmente en los jóvenes, y en sus dos últimos años había incursionado en la sociobiología. 
En tres oportunidades recibió el Premio Acta de investigación para América Latina por su trabajo en Costa Rica (1982) en Paraguay (1991) y en la provincia de Buenos Aires (2006)
Luego de su retiro estudió Teoría e Historia del Arte en la UBA y desde 2012 a 2016 completó los cursos y estudios correspondientes a la Carrera Corta en Historia del Arte de la fundación AAMNBA del Museo Nacional de Bellas Artes.

Compartimos su emotiva carta:
Lunes 12 de abril. Hospital Italiano. Cama 1216... zona de trinchera.
“30 segundos” Busco dejar algo de lo aprendido en estos días de aislamiento, búsqueda de aire, revisión de sentido bajo la pandemia. Algo. Lo que pueda.
Mientras me enfermaba el Covid encontré algo en estas salas, en estos corredores, en la mirada de estas gentes.
Una cultura.
Un pathos.
Una emocionalidad antigua. Comprometida. Algo yaciendo silente, a la par de la ciencia y la tecnología.
Una cultura.
¿Qué significa descubrir una cultura en el Hospital Italiano en medio de un ataque como este?
Mucho.
Significa, contra lo que podría pensarse, que no es el resultado de muchísimas personas. Con roles marcados, tecnicaturas, profesiones, saberes, tecnologías, destrezas.
No. No es sólo eso. Es una matriz acogedora, extraordinariamente cálida y vivificante.
No es una nave científica que va a Marte. No. Esta va a la región más desolada de tu cerebro. Al caldo primordial de donde alguna vez nos arrastramos sin conciencia. Al lugar desde donde nos asusta el final del Covid llevándose nuestro aire.
Va al lado oscuro de tu cerebro para transformarse en una llamita con algo de calor y luz. 
Una cultura.
Me caí desmayado por la falta de aire y la desesperación y me encontré entrampado entre los muebles de la sala donde terminé. Donde me estrellé en la caída.
Unas manitas de enfermera tiraban de mí, Bibi. Cuando crees que ya perdiste todo escuchas el braceo enérgico de la que podría ser hasta tu hija llegando a vos.
Braceando como pudo me alcanzó. Me abracé a ella y me di cuenta de que no estaba en un páramo sin vuelta atrás. Entre todas me acostaron, me calmaron, me dieron su aire.
Una matriz regenerativa que es la que ayuda. Un supraorganismo como un micelio gigante que sustenta, sin que nadie lo vea exactamente, los bosques que lo acompañan. 
Una cultura.
Llegué dispuesto a evitar prolongaciones que arañen dos meses más de sobrevida a costa de desesperación.
No rasguñar las piedras para mí.
Bernardo y otros médicos me escucharon. Luego me pusieron una mano en el hombro y se hicieron cargo de mí. No tengo hermanos. Esto ha sido lo más próximo que he descubierto de esa relación.
Me protegió. Llamó todos los días a mi hija que amo y la contuvo. Le explicó. La protegió.
No hay palabras. Es la matriz que regenera. La que de alguna manera cargamos los sapiens cuando nos fuimos de África. Nuestra estrategia. No preguntes por quién doblan las campanas, ya sabemos, suenan por vos y por mí, hermano.
Tuve que partir al servicio de terapia intermedia. Estaba inquieto. Aparecieron kinesiólogos, médicos, enfermeros. El mismo espíritu. Las médicas llamando a mi hija y ayudándola mientras ella me ayudaba a mí.
La matriz regenerativa y matriarcal de la viejísima Europa. Cuando los pueblos como Huyuk no tenían murallas. Los matriarcados de miles de años atrás, que sostenían la cultura. Cuando las culturas matriarcales no habían sido barridas por los caballos de la edad del hierro.
Y de pronto... las manitas de Bibi, el desborde humanista y contenedor de Bernardo, la dulzura de la kinesióloga, la gente que te ayuda de todas las formas porque son una cultura que dice que sos valioso. Seguramente es cierto. Pero es porque te quieren desde lo más básicamente humano.
Una cultura regenerativa que también alcanza a los varones.
Todavía no se cómo saldré. Y no me preocupa tanto. Y dicho con humildad. En serio. Saldré con paz y con cariño. Está muy bien. Tengo 75 años. ¡Carpe diem para nosotros todavía!
Con estos pensamientos rondando desde hace unos años, muchas veces, me pregunté cómo quería mi salida.
Sólo quiero 30 segundos lúcidos. Para poder evocar a los que quise sin que llegué a atraparme la melancolía.
Me iré bien. Este hospital y su gente estará también en esos 30 segundos. Gracias, gracias, gracias.  LM

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