Colación de Grado en el Campus “Nuestra Señora del Pilar”
En el Auditorio “Rector Juan Alejandro Tobias” del Campus “Nuestra Señora del Pilar”, se realizó el acto de Colación de Grado, que representa el acontecimiento por excelencia de la Vida Universitaria.
Presidió el acto académico el Rector, Carlos Salvadores de Arzuaga; la Vicerrectora Académica, Romina Cavalli y la Secretaria Académica del Campus, Cecilia Fabbro.
Estuvieron acompañados por el Decano de la Facultad de Filosofía, Letras y Estudios Orientales, Bernardo Nante; el Decano de la Facultad de Historia, Geografía y Turismo, Pablo Nielsen; la Decana de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía, Gabriela Renault; el Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y la Comunicación Social, Máximo Paz; el Decano de la Facultad. de Ciencias Económicas y Empresariales, Héctor Dama; el Decano de la Facultad de Arte y Arquitectura, Pablo Beitía y el Decano de la Facultad de Ingeniería, Marcelo Zanitti.
Recibieron sus diplomas los graduados en: Licenciados en Letras, Licenciado en Filosofía, Licenciados en Turismo, Licenciados en Psicopedagogía, Abogados, Licenciados en Publicidad, Contadores, Licenciados en Artes del Teatro, Ingenieros en Informática y Licenciados en Sistemas de Información.
Para dar inicio a la celebración, el Ensamble de la Orquesta Sinfónica de la USAL, integrado por Paula Eichenbaum en Flauta, Macarena López en Oboe, Mauricio Orieta en Clarinete, Prof. Daniel Piazza en Fagot y Cristian López Pérez en Corno, interpretaron: Debussi : “Golliwoggs cake Walk”; Pixinginha: “Carinhoso” y Schostakovich: Vals n°2.
A continuación, se recibieron a las banderas de ceremonia. Abanderada de la Bandera Argentina: Licenciada en Turismo, Carolina Continanza, Promedio: 9.16. Abanderada de la Bandera Papal: Licenciada en Psicopedagogía, Camila Estigarribia, Promedio: 9.11. Luego se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino.
Seguidamente, el Capellán del Campus, Padre Hugo Acuña, bendijo los diplomas y las medallas que fueron otorgados a todos los graduados durante la ceremonia.
Posteriormente, en nombre propio y en el de sus pares, habló el Licenciado en Filosofía: Alberto Santiago Bartolomé Bianchi: “Antes que nada, quisiera agradecer a las autoridades y al personal de la universidad por organizar este acto de colación, a pesar del difícil tiempo epidemiológico que estamos atravesando. Y, claro está, agradecer por brindarme la oportunidad de dar este discurso. Por supuesto que no pretendo que estas breves palabras reflejen todo el esfuerzo, todo el recorrido, que mis compañeros de colación realizaron en sus carreras. Eso es único y personal. Solamente deseo transmitir una breve reflexión que tomé de uno de los pensadores cuya lectura me motivó a seguir la carrera de Filosofía.
Platón, el filósofo griego de la antigüedad, dedica su célebre obra El Banquete a tratar de definir la naturaleza del dios Eros. En el punto álgido del dialogo, el personaje de Sócrates explica que éste es un daímon, hijo de otras dos deidades: Póros (normalmente traducido como “Recurso” o “Camino”) y Penía (normalmente traducido como “Pobreza”). Así, la naturaleza de Eros consiste en una tensión entre opuestos. Todo lo que gana lo pierde, pero se las ingenia para ganarlo nuevamente.
Las tradiciones posteriores asociaron y tradujeron al personaje Eros en diversos conceptos, quizás los más famosos “amor”, “deseo” y “erotismo”. De hecho, la tradición latina lo asoció fuertemente al romance y lo convirtió después en Cupido. Ahora bien, ya Platón mismo explica en el dialogo que este dios no se limita a impulsar solamente a la humanidad en la búsqueda de la belleza que subyace en el amor o el deseo entre las personas. Platón hace hincapié y enfatiza más en el rol promotor de Eros en la búsqueda de la belleza propia de las actividades de producción y de la búsqueda del conocimiento.
Creo yo que el que estemos hoy en este acto es un ejemplo de esto último. Este título que hoy recibimos no solo representa el cierre de esta etapa. Sino que en él se condensa toda la fuerza, todo el impulso que nos acompañó en estos años de carrera: llámese Eros, llámese amor, llámese deseo. Del mismo modo, este título consiste en una tensión entre los opuestos recurso y pobreza. Por supuesto que recurso por el programa que nos brindaron las materias que recorrimos y el conocimiento que adquirimos, en comparación a cuando iniciamos la carrera. Pero también, y aún quizás más valioso, riqueza del gran número de vivencias, anécdotas, emociones y, ¿por qué no?, romances que solo la etapa universitaria puede brindar.
En cuanto a la otra cara, insisto que no debe interpretarse a la pobreza en sentido peyorativo. Sino como una toma de conciencia de lo pequeña que sigue siendo nuestra experiencia en relación a la grandeza de todo lo que nos aguarda y que debemos salir a buscar, ahora finalizada la carrera. Para algunos quizás implique una incursión en su primer trabajo o su primera profesión. Para otros, tal vez, continuar explorando el mundo del posgrado: una especialización, una maestría, un doctorado.
Más allá de cuál de estos caminos nos aguarde o la senda que elijamos, este título, con todo lo que conlleva, siempre nos acompañará. Podremos elegir escucharlo o no. No obstante, del mismo modo que la mitología griega señala que el daímon acompaña a una persona toda su vida, siempre nos acompañará el orgullo de decir “tengo hecha una carrera universitaria.
A modo de cierre personal, quisiera mandarle muchos saludos a todo el cuerpo docente que me guió y al personal de la Secretaría que me ayudó en estos años. También, saludar a la carrera de Letras, muy especialmente al grupo de alumnas de dicha carrera cuyos momentos compartidos colaboraron con la riqueza de mi experiencia universitaria. Por último, mandarle un gran cariño a una flamante graduada de la licenciatura y del profesorado de Letras que debería estar hoy entre nosotros. Sin embargo, no pudo porque tuvo que cruzar el Atlántico tan pronto finalizó su carrera. Mi querida amiga Stefania, vos me brindaste momentos especiales, así que estas palabras te las dedico especialmente a vos”.
A continuación, en representación de la Comunidad Académica de la Universidad del Salvador, hizo uso de la palabra el Rector, Carlos Ignacio Salvadores de Arzuaga: “Es un honor y una alegría volver a un acto de colación después del tiempo de aislamiento, de angustias y de pérdidas sufridas.
Siento que volvimos a nuestra casa y para el acto más importante en la vida universitaria: la colación de grados.
Volver a la Universidad.
Estos tiempos me llaman a recordar que en más de nueve siglos las universidades han pasado por pestes, guerras, hambrunas, y crisis de diversas magnitudes, a pesar de ello, llegaron a este saludablemente y gestionando el desarrollando social.
La Universidad es un grupo social, así nació, fruto o resultado de la vinculación física, Ese grupo de personas tenían un objetivo o quehacer común que los distinguía, y este era en los términos de Alfonso el Sabio “aprender los saberes”.
El saber es el objetivo que permite diferenciar a la Universidad de otro grupo social o mejor dicho de otra comunidad.
Si la Universidad pierde ese fin, habrá perdido su naturaleza.
Esto me lleva a creer que la Universidad es una comunidad de seres próximos, cercanos, en un lugar determinado que habilita o permite el dialogo que supera al conocido, al compañero, al condiscípulo.
Se confluye en el ámbito de la sociabilidad.
El hombre solo no aprende menos se motiva a reflexionar.
Universidad es la relación profesor y alumnos y alumnos entre sí. Allí está la riqueza de “lo universitario”.
Nuestra Universidad sigue esta tradición.
En el año 1984, dijo el Padre Jorge Mario Bergoglio (SJ) sobre nuestra pequeña comunidad “…la Universidad del Salvador, desde su nacimiento, tuvo una característica sobresaliente: no cayó en la tentación de copiar estructuras y organizaciones universitarias ajenas a nuestro sentir religioso y nacional.
Sin que por ello llegara a configurar una Institución clausurada en un nacionalismo retórico o narcisista.
Esto salvó a la Universidad del triste híbrido resultado intelectual en el que se entremezclan los problemas nuestros con las soluciones ajenas...”.
Debemos sentirnos orgullosos de ser frutos de esta comunidad.
Seamos conscientes entonces, del deber de cultivar y no traicionar sus principios. Es el primer mandato que tiene cualquiera de nuestros graduados.
Estimados graduados, les confieso que les hablo desde mis sentimientos y que son comunes a los suyos, hace 42 años recibía mi título de abogado de nuestra Universidad. También comparto los de sus padres y familiares, dos de mis hijos son graduados.
Creo saber entonces lo que sienten y también lo que desean o esperan.
El gran Profesor Universitario José Manuel Estrada decía: “Yo respeto profundamente a los niños y a los viejos. Son los niños la vida que avanza cantando, con la frente orlada de rosas y de mirtos. Son los viejos la vida que declina, con su corona de espinas y laureles”.
Ustedes están en medio del principio y el fin.
Tienen todo por hacer y mucho por aprender.
Hacer no es la búsqueda del dinero, el confort, la tilinguearía o la superficialidad. La incultura del tener.
Hacer es que a través de su ciencia o arte sirvan, ayuden, escuchen, colaboren.
Tienen el don del conocimiento, y los dones que Dios nos ha dado son para compartir con los otro, con el prójimo, no alimento de la codicia o la ambición.
Les dije que también deben aprender. Primero, de las espinas y los laureles de los viejos. Después de controlar las pasiones, de saber enamorarse de lo bueno y de admirar la belleza que es la naturaleza humana.
Nuestra Universidad, entre otras organizaciones, es cantera de esperanzas para construir otras formas de entender la sociedad y su progreso, para combatir la cultura del descarte, para dar voz a lo que no la tienen, para proponer nuevos estilos de vida.
Mientras nuestra sociedad a través de su sistema produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal.
Sean protagonistas del cambio como graduados de la Universidad del Salvador, no dejen que otros sean los actores del mismo.
Por Ustedes entra el futuro en el mundo. Sean constructores del mundo, trabajen por un mundo mejor.
Este no es un discurso de despedida, mis palabras están dirigidas a Ustedes, que son la más bella antorcha que ilumina y representa a nuestra comunidad.
Al finalizar esta ceremonia van a pasar a formar parte del claustro de los casi 70.000 que los preceden.
Sepan que las puertas de esta casa, vuestra casa, están abiertas.
Felicito a cada uno de Ustedes por el grado académico obtenido y a sus familias por el esfuerzo empeñado en acompañarlos.
Que Dios los bendiga y San Ignacio los acompañe”.
Seguidamente tomó juramento a los flamantes graduados para proseguir con la entrega de diplomas y medallas.
Los alumnos de la Licenciatura en Turismo del Campus “Nuestra Señora del Pilar” colaboraron en la asistencia al protocolo y ceremonial de este acto.
Una vez finalizada la ceremonia se invitó a todos los presentes a compartir una reunión de camaradería que se realizó en el foyer del Auditorio.
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