Universidad, competitividad y desarrollo

El 20 de septiembre de 2022 inició un nuevo tramo de la Iniciativa Iñigo de Loyola, liderada por la Universidad de Deusto (Bilbao, España) y en la que participan desde 2018 varias universidades latinoamericanas, entre ellas, la Universidad del Salvador, representada por Eloy Mealla, profesor integrante del Vicerrectorado de Formación. La Iniciativa está centrada en la investigación sobre la “Competitividad para el desarrollo económico y social sostenible”, y en proponer una comprensión común nueva del significado de competitividad que trascienda la lógica únicamente económica, ofreciendo marcos que pueden ayudar a las empresas, las administraciones públicas y las universidades. 

Para el inicio de esta nueva etapa realizada en forma virtual, se contó con la participación de Luis Arriaga, Presidente de AUSJAL (Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina) y Rector de la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México, que alentó a proseguir diseñando una “nueva competitividad”, tanto conceptual como operativamente, que esté atenta al bienestar personal y colectivo, construyendo, multidisciplinaria y colaborativamente con los gobiernos, las empresas y la ciudadanía, procesos de transformación social y de atención a una ecología integral. En su exposición insistió asimismo en combinar la competitividad con la fraternidad como fórmula para el bienestar.

A su vez, como parte de la jornada Eloy Mealla disertó sobre “Universidad competitividad y desarrollo” planteando la importancia de partir de la propia identidad y misión de la universidad como el mejor modo de aportar a la enseñanza y a la investigación. En ese sentido, las universidades de inspiración ignaciana tienen una valiosa y variada trayectoria. En relación a la “competitividad”, como a otros temas afines, se trata de reconocer el valor de la competitividad en cuanto una capacidad necesaria para el crecimiento económico interactuando satisfactoriamente con otras personas, compañías, o con otros países y regiones. En cierto sentido se la puede asociar con la “utilidad” que es un eje central de la pedagogía ignaciana que nos impulsa a ser eficientes y a buscar el “magis”, lo mejor en lo que hacemos. De todos modos, la competitividad no es un dinamismo autónomo, sino que tiene sus límites. Es un medio para un fin mayor, para un horizonte común, que se puede identificar con un desarrollo integral, más allá de enfoques reductivos y parciales.

Para conocer más sobre la Iniciativa Iñigo de Loyola, se puede consultar:
https://www.orkestra.deusto.es/es/investigacion/publicaciones/informes/cuadernos-orkestra/2146-210004-competitividad-servicio-bienestar-inclusivo-sostenible 

También ver: https://noticias.usal.edu.ar/es/universidad-y-desarrollo-humano