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SECRETARÍA DE PRENSA
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La influencia de la música

Todos los 22 de noviembre desde 1594, en homenaje a Santa Cecilia, patrona de la música se celebra el “Día Nacional de la Música” y como futuros musicoterapeutas, nos parece fundamental resaltar la importancia que tiene ésta para nuestra práctica. La música nos atraviesa a todos a lo largo de nuestra vida, enlazandose con experiencias personales que nos identifican y remiten a lo más íntimo, propio y subjetivo de cada uno. Consideramos a esto una ventaja, debido a que nuestra profesión apunta a permitir la expresión singular de cada paciente para que puedan tramitar el padecimiento que traen consigo. Y esa expresión muchas veces, arriba desde el trabajo con lo sonoro. Además la música promueve el encuentro entre subjetividades y así la construcción y creación de una multiplicidad de sentidos que nos constituye como sujetos únicos e irrepetibles.

Festejamos la música y la posibilidad de expresión a través de ella. Dia a dia se encuentra a merced de las personas y de sus vivencias y de allí en más, cada sujeto decide con qué fin o desde qué posición relacionarse con la misma, ya sea poniendo una canción de fondo mientras realizan alguna tarea, haciendo más ameno su viaje en el transporte o incluso para intensificar los sentimientos involucrados en alguna situación de la vida. En este punto, la música acaba por funcionar como un hilo conductor, que conecta a las personas con las memorias de sus vivencias. Pero, ¿Qué es lo que le da este estatuto a la música? ¿Por qué funciona de la manera en que lo hace? Podemos asegurar que cada persona, si quisiera recordar, podría encontrar varios momentos de su vida en los que algo del entorno le generó diferentes emociones y/o sentimientos, que incluso podrían llegar a no tener una justificación lógica de por qué lo hicieron. En estos momentos es cuando podemos decir que lo percibido desde el entorno, desde el afuera, logró tocar el cuerpo, produciendo cosquilleos, piel de gallina y hasta lágrimas. La música cumple esta función a la perfección, al igual que muchas otras ramas del arte. Como dijimos, no siempre existe una razón, no siempre se logra descifrar con precisión el porqué eso que percibimos nos afectó de tal manera. Si hablamos específicamente de la música, nos podemos encontrar con una canción cuya letra nos identifica, cuyo ritmo produce que nuestro cuerpo quiera moverse, con sonoridades que acompañen nuestro estado de ánimo, etc.

Otro punto muy importante que nos brinda la música es que tanto como el habla, es un medio de comunicación que rompe barreras y estigmas, fomentando el vínculo entre personas. Ocurre que a través de esta gran herramienta, podemos llegar a conocer el interior, el inconsciente y consciente de la persona que tenemos a nuestro lado, quien gracias a ella pone sobre la mesa su identidad y su propia subjetividad. La música une, comparte, es empatía y sentido. La música brinda humanidad y escucha.

Por lo que, en esos momentos donde las palabras no aparecen con facilidad, donde el encuentro con el otro a través de la comunicación verbal se ve dificultado o donde no sabemos la manera de expresar aquello que sentimos, la música aparece allí como una herramienta para sortear ese obstáculo. Entre sus diversos timbres, intensidades y duraciones, se convierte en un facilitador tanto para el fortalecimiento y la construcción de redes de apoyo como para impulsar la expresión subjetiva, particular y única de cada individuo, a través de la exploración y la creación de sonoridades. Y para que esto suceda, es fundamental el rol del musicoterapeuta, quien será el encargado de brindar un espacio para que esto sea posible; un espacio que aloje y acompañe al sujeto en su proceso. Desde la improvisación musical, la composición de canciones y hasta el uso de la voz y el canto, son ejemplos de técnicas musicoterapéuticas, que serán seleccionadas y pensadas en base a las necesidades de cada sujeto, al objetivo a trabajar y en pos de favorecer los núcleos salugénicos del mismo.

Por esto y mucho más, siempre festejamos el “Día de la Música” y agradecemos que sea una de las herramientas principales que nos acompaña a lo largo de toda nuestra profesión.



Por Danko Garcia Coyopae, Sofia Navarro, Rosario Pellejero, Elena Rodriguez Iglesias y Avril Tomasetti, alumnas de 3er. Año de la Carrera de Musicoterapia de la Facultad de Medicina de la USAL.
 

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