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SECRETARÍA DE PRENSA
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Personas para los demás

Una de las principales directivas del Concilio Vaticano II, celebrado entre 1962y 1965, fue pedir al conjunto de los cristianos volver a las fuentes y al mismo tiempo, estar atentos a los desafíos del tiempo presente. Este doble movimiento exigía una revisión capaz de retomar las propuestas esenciales del Evangelio que con el paso del tiempo se pueden haber debilitado y, simultáneamente, ser capaces de discernir las prioridades e iniciativas que hay que emprender en la actualidad.

Al R.P. Pedro Arrupe S.J. le tocó liderar, como Superior General entre 1965 y 1983, ese proceso de “fidelidad creativa” en la Compañía de Jesús. No se trataba de volver ahistóricamente a las fuentes mediante una reedición del pasado, sino que, a la luz de la inspiración ignaciana original responder con imaginación a los desafíos del mundo de hoy.

Aplicando estos criterios al campo educativo, el P. Arrupe planteó como objetivo formar “agentes de cambio” y “hombres para los demás”. Tal enfoque lo expresó especialmente en un discurso memorable y de gran repercusión titulado “Hombres para los demás. La promoción de la justicia”, pronunciado el 1 de agosto de 1973 en el Congreso de los Antiguos Alumnos de los Colegios Jesuitas de Europa, hace ya cincuenta años.

Allí Arrupe señalaba que la "educación para la Justicia" se ha convertido en los últimos años en una de las grandes preocupaciones de la Iglesia– en 1971 se había celebrado el Sínodo sobre la justicia– y consecuentemente afirmaba que la meta y objetivo de las instituciones educativas jesuíticas “es formar hombres para los demás, es decir, que no conciban el amor a Dios sin un amor eficaz que tiene como primer postulado la justicia. Este amor es además la única garantía de que nuestro amor a Dios no es una farsa o incluso un ropaje farisaico que oculte nuestro egoísmo”

En el discurso también se denunciaba que en la educación abundaba una mentalidad que exalta la posesión incapaz de ninguna transformación renovadora y que al intentar cambiarla la Compañía en algunos casos ha sido objeto de muchas incomprensiones y persecución. 

Las orientaciones de Arrupe fueron asumidas en 1975 por la Congregación General XXXII –órgano máximo de la Compañía de Jesús– que, prolongando y profundizando el proceso de renovación pedido por el Concilio, define la identidad y el ministerio de los jesuitas basado en “el servicio de la fe y la promoción de la justicia que esta fe implica.” Esta “opción focal” significa que el objetivo de la fe y la justicia tienen que informarlo todo en simultáneo: la vida personal y comunitaria, la acción y las instituciones.


Eloy Mealla
Seminario Permanente Pedagogía Ignaciana
Vicerrectorado de Formación

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