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Marcha Homenaje al Fundador de la Compañía de Jesús, su historia

Si consideramos la letra de la Marcha de “San Ignacio de Loyola S.J”, que se suele escuchar en los diferentes salones y auditorios de USAL, con estrofas como esta 

“Fundador
sois Ignacio singular
de la compañía Real
de Jesús
escuadrón militar…”


podemos afirmar que la letra de la Marcha, lejos de brindar contenidos catequéticos, da cuenta de la formación militar de Ignacio de Loyola, nacido en Azpeitía, provincia vasca de Guipúzcoa, España; creador de los Ejercicios Espirituales y fundador de la Compañía de Jesús. En el lugar de su nacimiento es donde la Macha suena con mayor fuerza, ya que se escucha en diversos contextos festivos y ceremoniales locales, en cada efeméride de la Compañía, ya sea para los Centenarios de los Ejercicios, de la restauración de la Orden, o para el nacimiento y muerte del Santo. 

¿Qué se conoce de esta Marcha? Sus orígenes son inciertos: hay distintas versiones y variadas opiniones acerca de su procedencia y popularidad. Gloria Ballus Casolina, quien estudia la música entorno a San Ignacio de Loyola y su estancia en la ciudad de Manresa; aclara que la Marcha es universal, anónima, popular y tradicional. Así, puntualmente en la ciudad más poblada del Bages, los fieles cantan la Marcha desde la celebración del IV Centenario de los Ejercicios Espirituales, con la armonización que realizó para coro y órgano, José M. Beobide Goiburu. 

Manuel de Lecuona afirma contundentemente la asignación de la autoría de la letra, al “ilustre literato vasco, el presbítero de Hernani, Agustín Pascual Iturriaga”. Este escritor y pedagogo habría vivido en Guipúzcoa entre 1778 y 1851. El sustento de Manuel de Lecuona se basa en que la Marcha, aparece publicada en 1842, en el libro: Fábulas y otras composiciones en verso vascongado, dialecto guipuzcoano, con el diccionario vasco-castellano de las voces que son diferentes en los diversos dialectos. 

Sin embargo, quienes se dedicarían a buscar con más esmero los orígenes de esta Marcha, fueron el P. José Gonzalo Donostia y el P. Félix Zabala Lana S.J. El primero, publicó dos artículos en 1930 y 1935, respectivamente, donde daba cuenta que “examinando en la Biblioteca Nacional de París el catálogo de J. Ecorcheville vi citada una colección de marchas entre las que aparecía una titulada Marcha de la Marine, cuyos dos primeros compases eran idénticos a nuestra Marcha de San Ignacio”. 

El segundo coincide con Donostia en que la marcha proviene de títulos que remiten a marchas de la marina francesa de mediados del siglo XVIII y encuentran correspondencia melódica entre la Marcha de San Ignacio y la Marcha de la Real Marina Francesa (1767). 

Últimas investigaciones ponen en duda que los orígenes se remitan a la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, abriendo la posibilidad de que hubiera versiones anteriores. Víctor Rondón en su artículo “La marcha de San Ignacio en el Arte de Febrés (1765) como dispositivo identitario” brinda luz sobre este tema, al demostrar que en el cancionero del catalán Andrés Febrés (1734-1790), se incluye una marcha que nítidamente remite a su origen: la Marcha “Fundador, sois Ignacio” en el Arte en la lengua general del Reynado de Chile (1765). Los estudios de Rondón, amplían el análisis de la Marcha, con la hipótesis de que la misma, a lo largo del tiempo, fue adquiriendo rasgos identitarios de la cultura vasca, atravesando diversas vicisitudes políticas hasta llegar al siglo XXI. 

En 1914, en ocasión de la conmemoración del Centenario de la Restauración de la Compañía de Jesús, el P. Nemesio Otaño S.J. realiza una composición para coro popular y mixto a seis voces con acompañamiento de órgano y piano sobre la melodía popularizada. 

Cabe destacar que Félix Zabala Lana S.J. en su libro Músicos Jesuitas a lo largo de la historia describe la importancia de Otaño para la música española, tanto por su vasta obra musical en los más variados géneros, sus numerosas publicaciones prácticas y teóricas y sus conferencias, Estudia cómo se destacó como organista, como director de coro, su notoriedad al fundar la Revista Música Sacro-Hispana y como director del Conservatorio de Madrid, entre otros muchos cargos de gestión que tuvo. 

Para Otaño, la Marcha:
en poco más de medio siglo ha recorrido el mundo, o ha sonado, por lo menos, allá donde un jesuita guerrea por Cristo. Especialmente en la patria de San Ignacio, en el país vasco, donde, sin duda, se perpetró la obra, ya no se concibe una reunión religiosa que no termine con la famosa Marcha, la cual, por lo tanto, si no por sus méritos, al menos por imposición y significación, se ha convertido en signo de combate y en canto de bandera.

En el artículo “Ignatus, harmonia viatoris”, Jon Bargües indica que la única versión sonora que se conoce de la Marcha, con el arreglo realizado por Nemesio Otaño para orquesta y coros, se encuentra en el disco oficial del V Centenario producido por la Comisión Loiola ’91. 

Esta Marcha, no fue la única destinada a homenajear a San Ignacio. Ballus Casolina, menciona por ejemplo (y sólo en la ciudad de Manresa), el Himno a San Ignacio: Santo Penitente, compuesta por el P. Mosén Miquel Augé Vila con letra de Ramón M. Bolós Bosch S.J. o Los Gozos, en sus numerosas versiones, dedicadas también al Santo. La misma Marcha será inspiración posterior de muchas otras obras musicales. Zabala analizará exhaustivamente en sus trabajos la repercusión que el mismo San Ignacio tiene en la producción musical universal. 

La marcha se identifica con el fundador; de allí que se practique en la mayoría de las casas, colegios e instituciones de formación jesuita de origen hispano. Se toma, muchas veces, como una alabanza porque canto y poema son en sí un reconocimiento, admiración y fidelidad a su destinatario primero, el santo y su congregación. Porque al igual que Otaño, su intención fue “rendir un homenaje, más que a la música de la marcha, al héroe de ella y de su gloriosa Compañía”.


Por Prof. Esp. Alicia C. Martin, Directora de la Escuela de Historia de la Facultad de Filosofía, Historia, Letras y Estudios Orientales


 

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